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2 La importancia del Nilo en el Antiguo Egipto


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a civilización del Antiguo Egipto se desarrolló en una de las áreas más áridas y extensas del planeta. Este hecho sólo pudo producirse única y exclusivamente por la presencia revitalizadora del río Nilo, que cruza el país, prácticamente sin lluvias, de Sur a Norte, desde el Lago Victoria hasta el Mediterráneo del Este Africano, en un recorrido de casi 5000 kilómetros. Aunque en estos remotos tiempos Egipto comprendía sólo los últimos 1400 Kilómetros, es decir, desde la primera catarata de Asuán al Mediterráneo.

   Para entender cómo estaba constituido Egipto tenemos que distinguir dos áreas fundamentales, el Alto y Bajo Egipto.
- El Alto Egipto corresponde al Sur, es la zona interior, el Valle, curso alto del río, que corresponde al antiguo reino de Shemau.
- El Bajo Egipto sería el Norte, corresponde a la zona del Delta, curso bajo del río, sería el antiguo reino de Ta-Mehu.


LA VITAL CRECIDA DEL NILO.

El Nilo recibe las aguas de dos ríos tributarios principales, el Nilo Azul y el Atbara; ambos descienden de las altas mesetas de Etiopía, que reciben lluvias estivales que aumentan de modo considerable el caudal de agua de estos afluentes nilóticos. Son precisamente estos afluentes los que producen la crecida del Nilo, que consiste en una inundación del Valle y del Delta suficiente para la actividad agrícola. (Imagen: cataratas del Nilo Azul).

   De la naturaleza y propiedad de aquel río nada pude averiguar, ni de los sacerdotes, ni de nacido alguno, por más que me deshacía en preguntarles: ¿por qué el Nilo sale de madre en el solsticio de verano?; ¿por qué dura 100 días su inundación?; ¿por qué menguado otra vez se retira el antiguo cauce, y mantiene bajo su corriente por todo el invierno, hasta el solsticio del estío venidero? En vano procuré, pues, indagar por medio de los naturales la causa de propiedad tan admirable que tanto distingue a su Nilo de los demás ríos. Ni menos hubiera deseado también el descubrimiento de la razón, de por qué es el único aquel río que ningún soplo o vientecillo despide.

                                                                                                                   HERODOTO.


   La curiosidad incansable de Herodoto sí tiene respuesta por parte de sus conciudadanos, que formulan tres explicaciones aunque ninguna satisfactoria sobre la causa de las crecidas, que quién esté interesado puede hallar en el Libro II, párrafo XX.

   Los egipcios observaron en el Nilo el hecho de un retroceso anual de las aguas, en los meses de octubre y noviembre. Al retirarse las aguas quedaba expuesta una espesa capa de aluvión arcilloso. Descubrieron que si en este momento se siembra sobre el terreno humedecido, en pocos meses, hacia marzo-abril, la cosecha brotaba por sí misma y sin necesidad de riego.
   Después de la recolección, entrando el verano la tierra se secaba y agrietaba rápidamente, lo que provocaba un singular proceso de aireación y renovación que se encargaba de disolver una excesiva formación de sales. Este ciclo vital del Nilo es un maravilloso fenómeno de la Naturaleza que el ser humano supo aprovechar con inteligencia para obtener un rendimiento extraordinario, aplicando toda suerte de sistemas de control: sistema de irrigación, construcción de diques, canales, control sobre el agua, incluso almacenamiento de agua para reservas o para realizar una segunda cosecha durante la sequía. Aunque la irrigación mecánica debió ser una alternativa necesaria sólo cuando una cosecha resultase insuficiente para cubrir la demanda de la población.

   En el antiguo calendario egipcio, las tres fases de este proceso reflejan las tres partes básicas en que se articulaba la vida egipcia: Akhet (inundación); Peret (crecimiento); Shemu (sequía).

El único recurso técnico de irrigación mecánica conocido por los antiguos egipcios era el Shaduf, un primitivo y tosco sistema que aún se utiliza en algunas partes. Consiste en un poste horizontal giratorio dotado de un contrapeso en uno de sus extremos y un recipiente en el otro. El Shaduf se constata en Egipto en el siglo XV a.C., sin duda este invento debió ser mucho más antiguo.

   Las cosechas cultivadas eran muchas y variadas, frutos y sobre todo cebada y trigo. La planta del lino era fundamental para las manufacturas textiles. Las tierras de pasto eran suficientes para mantener numerosos rebaños de vacas, corderos, carneros, patos... Del río y de las ciénagas de la periferia se obtenían mediante caza valiosas aves salvajes y pescado.


LA ORGANIZACIÓN HIDRÁULICA Y EL PODER DESPÓTICO.

   Cabe preguntranos si ¿la cooperación a gran escala contribuyó al nacimiento de los regímenes despóticos? Consideramos que no fue así, el despotismo es una consecuencia de la acumulación de responsabilidades llevada al extremo, una sobrecarga de poderes atribuidos, la cooperación a gran escala beneficia a la comunidad, pero ésta es sólo eficaz si alguien asume tareas directivas. La dirección asume tales tareas, pero también adquiere nuevas y se fortalece en exceso, degenerando en el despotismo.

   La sociedad egipcia, así como la mesopotámica, que empieza a controlar el agua con sistemas de irrigación, donde determinadas aldeas están destinadas a transformarse en ciudades, implica la aparición de un aparato estatal director. Un elemento clave de estas sociedades milenarias, denominadas hidráulicas, concepto acuñado por Wittfogel en 1966, es la organización primaria, de escasa institucionalización y con una economía esencialmente agrícola organizada por un Estado.

   Un Estado que no tardará en adquirir su componente despótico, aumentando sus atribuciones (administración, ejército, tributos, justicia, poder arbitrario sin participación social alguna). Estamos ante el incipiente poder autocrático, que autores como Leveque en 1991 denominan regímenes despóticos. Son consecuencia de la necesidad de un régimen fuerte capaz de adoptar medidas drásticas que garantizan el potencial hidráulico necesario para la subsistencia o mejora de toda la comunidad.

   Estas primeras sociedades agrícolas como la egipcia, tenían un bajo desarrollo tecnológico para aprovechar corrientes de agua próximas o lejanas, sin una fuerte participación comunal organizada por un poder centralizador nunca lo habrían logrado.

   Así se organizó una economía vinculada al sistema de irrigación que permitió un mejor aprovechamiento del suelo. Ahora bien, es difícil saber si estas sociedades orientales hidráulico-despóticas alcanzaron este status por la fuerza o fue la consumación de otro largo proceso.

   Sea como fuere, lo importante es que su puesta en práctica resultó ventajosa para el ciudadano, y el grupo dirigente vio en su potenciación la forma de perpetuar su poder sobre el resto de la comunidad. Así es como el incipiente Estado se fortalece como tal, acaparando mucho más que los asuntos hidráulicos. Pero éste despotismo tendrá dos revulsivos: los funcionarios que se benefician del régimen, y los grupos particulares capaces de sobrevivir al margen del Estado, poseedores de sus propias tierras. Ambos serán factores clave a la hora de remover realezas, aprovechando circunstancias internas o externas, como la presencia de grupos foráneos (a modo de eventuales aliados o conquistadores).

En este mapa podemos ver claramente gran parte del Nilo y las áreas denominadas BAJO EGIPTO al Norte (Delta) y el ALTO EGIPTO debajo, al sur (Valle), y más abajo el país de Nubia.

 

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0 Las claves naturales de la Antigua Grecia.


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os griegos o helenos, como preferían ser llamados, no fueron un pueblo étnicamente cohesionado. El mundo griego estaba compuesto por una serie de tribus que tenían en común tres elementos básicos: la lengua, los principales dioses, y el hecho de descender de unos mismos antepasados. La historia de la Antigua Grecia se desarrolló en un marco geográfico difícil, donde las fronteras eran bastante difusas. Los mismos griegos no tuvieron conciencia de su propia identidad hasta que no se desencadenaron acontecimientos históricos que les llevaron a converger a un mismo destino.

   Al contrario que las civilizaciones de Mesopotamia o Egipto, donde los ríos desempeñaron un papel vital para el establecimiento de asentamientos humanos, en el mundo griego fue distinto, ya que ni el clima, ni el suelo eran favorables al asentamiento: un severo clima de montaña en el interior y un clima mediterráneo en las zonas costeras. Un paisaje abrupto, montañoso, con escasas llanuras, con ríos cortos y a veces torrenciales, hacían la comunicación muy difícil, incluso dentro de una misma región, con la presencia de montañas impracticables. Unas condiciones que impedían la práctica de un cultivo decente. Sólo las regiones de Ática y Beocia en la Grecia continental, junto a las de Laconia y Mesenia en el sur, proporcionaron una producción agrícola digna en tiempos históricos.

Para una referencia geográfica consulta este mapa.


   El cultivo insuficiente pronto obligó a establecer estrechos contactos con Egipto, la zona sur de la actual Rusia y Sicilia. La necesidad de metales también creció cuando las minas de hierro de Laconia, y las de plata en Ática y Tracia se revelaron insuficientes para mantener el auge griego. Pobres también en recursos cárnicos salvo en las regiones de Tesalia y Beocia, obligaba a que muchas poblaciones aumentasen el consumo de pescados para paliar estas carencias en la dieta.

   Ante este panorama, es comprensible que los helenos viesen en el mar un elemento primordial que supieron aprovechar al máximo. Pocas zonas estaban realmente apartadas de la costa. El acceso al mar resultaba fácil incluso para las poblaciones del interior. De este modo el mar se convirtió desde tiempos remotos en el medio eficaz de comunicación, no sólo entre los griegos, sino con el exterior.

Estatua a tamaño natural del dios Poseidón, una poderosa figura que enarbolaba un tridente por encima del hombro. La severidad y fuerza reflejan el respeto que los griegos sentían hacía el mar y la importancia que éste tuvo en la vida de Grecia en todos los aspectos. La estatua fue hallada en el cabo Artemisión (isla de Eubea), fue obra de un taller peloponésico en época clásica, hacia el 460 a.C.

   No por casualidad Poseidón era el segundo de los dioses después de su hermano Zeus en el panteón griego. El mar invadía todos los aspectos de la vida griega: fuente de alimentos, campo de lucha contra sus enemigos, y su medio fundamental de comunicación.

   Por mar se efectuó la colonización, alcanzando lugares muy dispares, costas del Mar Negro, sur de Italia, costas libias, el litoral francés y las legendarias Ampurias y Rosas en España, entre las más importantes. En realidad, la península Balcánica constituyó tan sólo una pequeña parte del conjunto griego antiguo, integrado también por numerosas y variadas islas en torno al Egeo, destacando Eubea por ser la mayor. La lista de islas sería extensa, apuntamos sólo algunas como Samotracia, Lemnos, el conjunto de las Cícladas, Samos, Quíos, Lesbos, Ítaca, Zacintos, Creta, Rodas… Todo este paisaje insular también formó parte sustancial de la civilización griega.

   A diferencia de otras civilizaciones antiguas, el mundo heleno, por sus situación geográfica estratégica era el vórtice de comunicación, difusión y recepción de múltiples influencias externas, un verdadero puente entre Europa y Asia. En efecto, los contactos entre Oriente y Occidente comenzaron aquí.


   El medio físico en el que se enmarca un pueblo puede condicionar su evolución hasta configurar su singularidad cultural, en función de los recursos que dispongan o que necesiten para desarrollarse como civilización. Así por ejemplo los fenicios sin la madera de sus bosques no habrían podido desarrollar una marina comercial de primer orden. No se trata de un determinismo geográfico, sólo un condicionante que influye en ciertos aspectos de un pueblo determinado.
   En general, a diferencia de hoy podemos afirmar que en los tiempos pasados donde las comunicaciones eran precarias y en algunos casos impracticables, era lógico que distintos pueblos desarrollasen identidades culturales propias, producto de distintas evoluciones aisladas, en mayor o menor medida. Así cada pueblo en función de su propio desarrollo interno e interrelación externa genera resultados que comportarán asimilaciones o sometimientos de poblaciones, y conflictos por los recursos.
   Lo que pretendo destacar es que la incomunicación de los pueblos permite una evolución dispar que los separa de tal manera que pueden estar condenados a no entenderse. Si además añadimos el interés por los mismos recursos de una zona determinada tenemos un conflicto en potencia que suele resolverse mediante una guerra.

 

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