La soberania de la Ciencia y el Humanismo.


   Alguna vez nos hemos preguntado si no sería mejor ser un humano primitivo que lo que somos ahora. En cualquier caso, ya es demasiado tarde para volver atrás. Vivimos inmersos en un mundo de peligros nucleares, la contaminación del agua, cielo y tierra, la exposición sistemática a radiaciones electromagnéticas artificiales, la explotación indiscriminada de los recursos hasta la destrucción irreversible de gran parte del medio natural, la congestión del tráfico, el modo de vida vacío superficial-materialista y un largo etcétera.

   Asistimos impotentes al auge del cáncer e innumerables trastornos físicos y mentales, producto fundamentalmente de todo lo anterior. Tantos y tantos males son cosas que nos han despertado y nos han hecho reflexionar sobre el papel director que está tomando cada día la ciencia, hasta el punto de controlar demasiados aspectos de nuestras vidas, hasta el punto de imponerse sobre los rasgos más inherentes al ser humano. ¿Existe un peligro real de que la ciencia niegue al ser humano como tal? Cada día crece entre nosotros la sensación o certidumbre que cada persona es tratada como un número, como un producto que se deshecha cuando no sirve, cuando no produce.

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   La Ciencia es una forma más de conocimiento que nos ha proporcionado una evolución técnica que debería hacernos la vida más fácil, sin embargo ha cometido tremendos errores porque se ha utilizado más con fines de productividad económica que en mejorar la vida de la Humanidad. No debemos dejarnos engañar por la mala propaganda de los tiempos pasados, lo cierto es que hoy no podemos estar nada orgullosos sobre nuestra situación actual, pues teniendo la ventaja que nunca tuvieron nuestros antepasados, poseemos un mayor conocimiento científico, y con todo, los males se multiplican y los problemas tradicionales permanecen: hambre, guerra, enfermedad y muerte. El factor económico una vez más es el azote que siempre ha pesado sobre cualquier otra causa, y en el fondo resulta muy difícil encontrar un conflicto que no haya sido provocado por el deseo de poseer más tierras, recursos, oro y poder.

   Veamos un ejemplo sencillo del descontrol o deriva de una Ciencia al servicio de la rentabilidad. Cuando salieron los primeros coches, todo el mundo quedó contento y satisfecho con el progreso que supuso la creación de los primeros vehículos de motor. Todo un adelanto técnico que acabó extendiéndose por el globo, y todo era maravilloso porque el coche era un exponente más del progreso de la ciencia. Sin embargo, ningún científico pronosticó que llegaría el día en que nos asfixiaríamos por la congestión del tráfico, porque prevalecían los beneficios económicos a corto plazo que los efectos perniciosos para los seres humanos a medio-largo plazo.
   Esta falta de previsión o errores sistemáticos de la Ciencia, se debieron y se siguen debiendo principalmente a la carencia de unos principios cualitativos, y al total sometimiento a unos valores cuantitativos.

   En este mundo, en concreto el mundo más técnicamente adelantado, el poder humano establecido no está al mismo nivel de nuestra conducta espiritual, moral y social. Este desequilibrio entre lo que se debiera hacer y lo que se hace pone en serio peligro a la especie humana.

El mundo habla incesantemente de una manera y obra constantemente de otra.

G. LEOPARDI.   


   En otras palabras, que nada funciona como debiera funcionar. Posiblemente esperábamos más de una civilización que ha alcanzado semejantes cotas de evolución tecnológica.


La insatisfacción en gran medida producida por todos los problemas que padecemos hoy se deben a que en los últimos tiempos la Humanidad ha centrado todos sus esfuerzos casi exclusivamente en el desarrollo de nuestro poder materialista, para ejercer el dominio de unos pocos sobre la inmensa mayoría. En este camino, el progreso tecnológico ha sido vertiginoso, pero hemos descuidado algo muy importante, algo que todas las filosofías y religiones históricas han estado diciéndonos, durante siglos, y es que debemos prestar más atención y dedicar más energía al dominio de nosotros mismos y al mejoramiento de nuestras relaciones con nuestros semejantes.


   La ciencia, la tecnología se ha desarrollado tremendamente, ha sido tal la fijación y el esfuerzo dedicado que nuestra inteligencia y corazón han descuidado otras necesidades fundamentales tales como conseguir que nuestra vida social y nuestra conducta en general alcance un nivel digno para seres que tienen un enorme poder en sus manos.

La civilización moderna adora a la bestia que llevamos dentro, adora a la materia, es materialismo puro.

MAHATMA GANDHI.   


   Nos damos cuenta que no somos aptos para ejercer el poder que tenemos, y esto es la cosa más peligrosa en nuestra actual situación.

Nuestra tecnología se ha hecho tan potente que estamos convirtiéndonos en un peligro para nosotros mismos.

CARL SAGAN.   


   Alguna vez pensamos que la tecnología solucionaría los problemas básicos de una sociedad, pero no ocurre así, y se cumple el dicho que el progreso tiene un precio que tenemos que pagar, literal y metafóricamente. Todos estos males que hemos comentado no aparecen por casualidad ni por un azar del destino o un plan maestro del Hacedor, no. Todos los males que padecemos y que hemos mencionado al principio de este artículo son obra nuestra. El siguiente video escenifica los estragos cometidos, concretamente con los recursos.



   Hoy día se sigue empeñado ciegamente en el desarrollo tecnológico, el poder material, que nos coloca a merced para ser explotados como se ha hecho en el pasado, mientras la vasta mayoría de la raza humana sigue en niveles agrícolas en un grave contraste con los países adelantados. Si la Ciencia continúa estando en manos de grupos elitistas, carentes de unos valores cualitativos, llámese éticos, morales o sagrados, una nueva forma de despotismo reaparecerá y basará su poder en el control tecnológico que está hundiendo sus dientes en todos los aspectos de la vida y que afectará al ser humano en todos los planos de su existencia, con el peligro de obtener un ser humano cada vez más dócil, sin valores, sin convicciones ni reglas, con actitud voluble, vicioso, vacío de contenido, deshumanizado y por tanto, muy fácil de manipular.

   Rousseau creía que el desarrollo de la tecnología y de la ciencia estaba deshumanizando al hombre. ¿Por qué dijo esto?. Esta conclusión se reveló fecunda con toda la evidencia manifiesta del siglo XX de que la ciencia y tecnología, efectivamente están deshumanizando al hombre. Por todo ello, la principal cuestión que quería trasladar en este primer artículo de Zona Pangea es si verdaderamente los verdaderos intereses de la Humanidad son realmente servidos por la soberanía de la ciencia.

Las consecuencias perniciosas de un progreso tecnológico sin restricciones están ya a la vista: lagos y ríos contaminados, una atmósfera envenenada, armas atómicas y todo lo demás. Evidentemente nuestras acciones necesitan nuevas guías... debe haber otro código de valores, otras metas que no sean las de la practicabilidad.

WERNER HEISENBERG.   


comment 2 comentarios :

niko tome dijo...

Por muy dramático que suene, yo pienso que el ser humano está condenado a la a la extinción, como tantísimas especies conocidas que han desaparecido desde el inicio de la vida en la tierra. La ciencia a obrado de forma correcta para los individuos: vivimos más años que nunca, controlamos enfermedades mortales que ya no representan ningún peligro... Hacemos lo posible por la supervivencia como cualquier especie. Es obvio que en la solución al concepto más básico de permanecer vivos radica la causa de nuestra extinción parcial o absoluta: la escasez de recursos.

Hace tiempo vi un documental de David Attenborough llamado algo así como: ¿Cuántas personas caben en la tierra?. Este documental trataba de calcular cuántas personas pueden sobrevivir en ella con los recursos que nos ofrece. 10.000 millones de personas creo recordar. Llegaremos a esa cifra dentro de unas cuantas generaciones, y no podremos remediarlo. Por el mero acto de vivir y permanecer en ese estado el mayor tiempo posible (como cualquier ser vivo) acabaremos con nuestra propia especie.

¿Tiene sentido luchar contra la extinción cuando eso implica luchar contra la misma supervivencia?

Ricardo Delidaise dijo...

   Es muy cierto Niko, vivimos más años, controlamos enfermedades, una vida acomodada y este placer de comunicarnos y todo lo demás, pero algunos de estos avances a qué precio. Y sobre una vida más larga, qué proporción global de la población total vive más. Realmente nuestro punto de vista es privilegiado o digamos mejor afortunado, en comparación con todo el resto de personas. Esto ocurre en nuestro Occidente y otras pocas partes del planeta.

   Es verdad que se han resuelto muchas enfermedades que antes no se conocían bien, y se trataban precariamente con mayor o menor èxito. Pero las enfermedades como la malaria siguen existiendo y arrasando a gran parte de la población mundial, y siguen caminando junto a otras nuevas provocadas directa o indirectamente por el avance tecnológico y sus consecuencias en el modo de vida, consecuencias más visibles en las áreas desarrolladas: obesidad, infartos, ictus, problemas respiratorios, trastornos compulsivos, alergias, nuevos padecimientos, depresiones, ansiedad, el fenómeno de la drogadicción o el cáncer que se ha convertido en una epidemia en los países más desarrollados, (por ejemplo, nunca había habido un aumento tan preocupante de leucemia infantil). O muertes por simples accidentes de coche, etc…
   No recuerdo si eran 1,3 millones de muertes al año por simples accidentes de tráfico en el planeta, ¿ir más rápido vale el precio de 1,3 millones de muertes al año? Cosas así me hacen recapacitar si no habría sido mejor seguir con el carro y el caballo, todo ecológico y disfrutando de un bello paisaje.
   Volviendo al planteamiento de una vida más larga, los datos de mortalidad infantil y fallecimiento en edades jóvenes aplicados globalmente nos harían replantearnos si realmente vivimos más, si lo vemos en conjunto. Sin duda nosotros sí, pero lo considero una excepción, nuestra pequeña parte afortunada.

   Algo contraproducente también veo, como efecto no previsto por la Ciencia, es que la tecnología aplicada en las áreas desarrolladas del planeta nos hace vivir más, pero con otro pero... otra consecuencia negativa es la pérdida de resistencia natural del organismo humano. La Naturaleza siempre hizo la selección del más fuerte, al aplicar los avances por medio de productos, el afán rentabilista ha rebasado ciertos límites. Y ello ha eliminado el sistema de selección natural del más fuerte en gran medida, las generaciones siguientes van siendo más débiles inmunológica y físicamente, y nos hace depender más de la tecnología.
   Del mismo modo la actividad reproductiva se resiente con una menor fertilidad, más abortos espontáneos, también los alimentos con menos nutrientes y más elementos “extraños” por aplicar un adjetivo suave, añádase un medio más contaminado, todo ello contribuye a debilitar aún más nuestra arca genética, muy deteriorada. Quiero decir que cada generación parece una copia más atrofiada o imperfecta de la anterior. Así desde los tiempos más antiguos eminentemente un mundo bélico más rudo y exigente energéticamente, los seres humanos eran mucho más fuertes y resistentes, y morían principalmente por enfermedades, muchas de ellas evitables, pero la causa primera era la guerra, en un mundo bélico la mayoría de campesinos/soldados no llegaban a viejo, en cambio si lo hacían aquellos libres de ocupaciones tan severas. Podía decirse que se cumplía una ley natural de autorregulación de la población.

   Y me interesa que hayas tocado el tema de la superpoblación, tal vez sea el próximo artículo de esta sección. Muchas gracias por tu comentario Niko.

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