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1 La antigua China. La Seres griega y la Sina latina.


   A la hora de abordar la cultura china, uno de los principales obstáculos para cualquier profano es la dificultad para reconocer los nombres. Para una persona ajena al mundo asiático en general, que se interna por vez primera en esta parte de Asia se abre ante sus ojos una cultura muy diferente a todo lo que conocemos. Este inconveniente no sólo afecta a Asia, también a África y Oceanía especialmente. Es una lástima que académicamente se presenten historias universales donde se desconocen tantos aspectos y saber de la cultura china, la fascinante India, o el imperio mongol entre otros ejemplos que podríamos analizar saltando de parte a parte por el mundo. Estas carencias amplian aún más la incomprensión en el contexto de un mundo actual más universal, que debe enriquecer nuestro conocimiento.

   Hoy haremos una pequeña introducción o más bien daremos un breve paseo, y poco abarcaremos, pero ésto es tan sólo un primer vistazo. Se necesitarían muchas hojas para describir y comprender la civilización china, que como Mesopotamia y Egipto, nacieron al amparo de grandes ríos. Así el río Amarillo (Huanghe) y el río Azul (Changjiang) fueron la cuna de la civilización china. En el estudio tendremos la tendencia de traducir todos los términos para hacerlos más asequibles, asumibles a nuestro vocabulario, pero su diferente naturaleza no la podemos asociar a los lenguajes internacionales que más nos suenan.

   Lo primero que destacamos de China es que tratamos con el estado más antiguo que ha sobrevivido a nuestros días, mientras en el mundo se han levantado y caído reinos e imperios sucesivamente a lo largo de los siglos, China ha permanecido viva al paso del tiempo. Posee una larga historia jalonada con innumerables luces y sombras, al igual que el resto de naciones poderosas. El pueblo chino actual se nos presenta como la más antigua y conocida historia escrita de la humanidad.


   Al carácter o idiosincracia del mundo chino ha contribuido su aislamiento, más cerrado, como refugio al abrigo de influencias externas, China siempre se ha considerado así misma el centro del mundo, "el imperio del medio" o jung guo, sólo el comercio abriría las puertas hacia las influencias exteriores. El territorio chino quedaba enmarcado en el Extremo Oriente por grandes cadenas montañosas que limitan al oeste de su territorio, las Altai, Kunlun, Tianshan, Karakorum, Himalaya, etc… con la consecuente dificultad para las comunicaciones con el resto del mundo, sólo algunas regiones tuvieron contactos debido a particulares rasgos geográficos excepcionales.

Las rutas de la Seda, ya bien trazadas en varias ramificaciones y vertientes en los siglos I-II d.C., fueron las únicas vías posibles de contacto e intercambio entre China y el Occidente, el imperio romano en estos momentos.
SUE-HEE KIM.   

   Una aspecto muy interesante sobre China consiste en indagar los contactos más antiguos con Occidente ¿la antigua Grecia conocía China? ¿Qué noticias tenía el Occidente antiguo? ¿Qué sabían los chinos de Occidente?

   Como uno de los más antiguos testimonios occidentales, tenemos una vez más a Herodoto, que como ya sabemos escribió en el siglo V a.C, este autor hace mención a los hiperbóreos, las investigaciones realizadas los han identificado con los habitantes de la región de Kuanchung y otras zonas del río Amarillo. Abajo podemos ver una versión del mundo según Herodoto, los hiperbóreos han sido situados arriba a la derecha.


   Más tarde, ya en los tiempos de los reinos helenísticos y el imperio romano, la principal fuente occidental sobre China viene del astrónomo y geógrafo Ptolomeo de Alejandría, que vivió en el siglo II d.C. Esta información fue obtenida a través de mercaderes que habían viajado por la antigua ruta de la Seda. Así constató que Grecia ya conocía la existencia de China incluso antes del siglo II a.C.

   Las variaciones vienen por la procedencia de los nombres. En Occidente desde los tiempos más antiguos hasta el medievo China fue conocida con varios nombres: Seres, Sina y Catay.


SERES. Proviene del término Si (Ssu, seda en lengua china). Éste fue transmitido por los griegos modificado como SER. Esto implica que ya existía comercio de seda desde por lo menos finales del siglo III a.C.



SINA. Procede del latín, del que deriva la palabra China que utilizamos hoy. Esta palabra llegó a Europa a través de la India en el siglo II a.C. Sina alude al nombre de una dinastía reinante, la dinastía Ch´in (Qin, en sanscrito), así se fraguó la palabra China.



CATAY. Es una denominación mucho más tardía, medieval, su origen data del siglo XII, fue tomado de una tribu que dominaba el norte de China, la dinastía Liao, que conocía a los chinos con los términos Ch`itan, Khitan, Khitai, derivando finalmente a Catay, (Cathay en Europa).


   En la Edad Media se especulaba sobre si China y Cathay eran el mismo país. La misma duda flotaba en el mundo antiguo con las designaciones Seres y Sina. ¿A qué se debía tal disparidad? Sencillamente a que un nombre había llegado por ruta terrestre y el otro por vía marítima, ésta era la razón de la confusión. Las distancias eran enormes.

   Puede decirse que el imperio chino sabía más del imperio romano que éste de áquel. Autores como Horacio o Plinio se refieren a China, además la conocida Tabula peutingeriana revela la existencia de la Sera Maior (La Tierra de la Seda), China.

   Desafortunadamente, ambas potencias no pudieron contactar debidamente. Para los chinos el imperio romano era conocido como Taqin (da Qin), el mítico imperio del Extremo Occidente. Incluso conocían las capitales del oriente romano como Antioquía (Hien Tu) y Alejandría (Ngan Tu).

   Hay un célebre episodio que refiere una embajada que la dinastía Han envió con el objetivo comercial de ir al encuentro del soberano de Taqin (el imperio romano), el oficial encargado llamado Gan Ying llegó muy cerca de la frontera romana, pero el encuentro nunca se celebró, debido a la persuasión de los mercaderes partos, que gobernaban el imperio persa, se percataron de la pérdida de beneficios que ellos recibían por los aranceles si China y Roma trataban directamente. Los partos, buscaban controlar la ruta entre Oriente y Occidente para obligar a los viajeros de ambas partes del mundo a pasar con las caravanas por sus tierras. Los persas ya habían iniciado las primeras relaciones con los chinos entre los años 115-105 a.C. Expuesta esta realidad es lógico que los partos pusieran toda clase de trabas, peligros y dificultades en atravesar las fronteras romanas, persuasión que finalmente disuadió al oficial chino evitando una posible alianza entre chinos y romanos, este episodio sucedió en el año 97 d.C. La importancia de este extraordinario episodio fue destacado por el profesor y arqueólogo V.M. Manfredi:

"De haber tenido éxito la misión de Gan Ying, las consecuencias habrían sido impensables. Los dos grandes imperios del planeta habrían podido intercambiar conocimientos preciosos, quizá incluso crear una alianza… / La distancia entre los dos imperios era tal que no había peligro de competencia sino solamente interés en colaborar".
V.M. MANFREDI.   

   Se sabe que en el año 166 el emperador Marco Aurelio (conocido en China como Andoun) envió un embajador para establecer relaciones comerciales directas con China sin el intermediario persa, pero la distancia y otras dificutades también impidieron el acuerdo, este hecho no se menciona en las fuentes romanas pero sí está registrado en documentos chinos de la dinastía Han.

   Existe actualmente una hipótesis defendida por algunos investigadores chinos y de otros países que plantea la posibilidad de que hayan existido soldados romanos viviendo en China, esta posibilidad fue expuesta por Homer Dubs en 1842 cuando advirtió en documentos chinos de la dinastía Han la existencia de un nutrido grupo de soldados extranjeros que operaban seguramente como mercenarios. Estos guerreros intervinieron en un conflicto local en la actual Tayikistán. En una batalla librada en una localidad del río Talas entre un jefe local rebelde y tropas chinas del emperador. Lo curioso del asunto es que los mercenarios extranjeros utilizaban escudos ovalados dispuestos al igual que la típica formación en testudo, y otro detalle era que tenían un campamento que imitaba el castrum. La historia no termina aquí, al parecer perdieron los rebeldes y los mercenarios extranjeros fueron hechos prisioneros, hasta que fueron establecidos en China, a una ciudad que el emperador bautizó con el nombre Lijian, topónimo que se piensa procedería del término Alexandreia (nombre con que se designaba a los asentamientos que fundaban los occidentales en Oriente desde Alejandro Magno). Lo más extraño del caso, es que Lijian fue independiente durante 6 siglos. Hoy se sospecha que estos hombres pudieron ser supervivientes de la batalla de Carre acaecida en el 53 a.C. donde el ejército romano fue masacrado por los partos (que gobiernan en esta época el imperio persa), y los que quedaron vivos fueron deportados por los partos a las regiones más orientales de su imperio, los que lograron escapar alcanzaron China, tras un largo periplo, levantaron su propio asentamiento imitando la estructura del castrum. No hay argumentos sólidos para sostener esta teoría, pero tampoco puede descartarse del todo esta posibilidad a raíz de tales indicios.




Referencias.

Montenegro, A. - Historia de la China antigua.
Cotterell, Arthur. - China a cultural history.
Sue-Hee Kim. - La antigua China.
Chesnaux, J. - Historia de China.
Hudson, G.F. - Europe and China.
Chang, Kwang-Chih. – The archeology of ancient China.
Yap, Yong y Cotterell, A. - The early civilization in China.
Serstevens, A.T. - Los precursores de Marco Polo.
Lattimore, O. - Silks, Spices and Empire; Asia seen throug the eyes of its discovers.


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