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0 El enigma del mundo celta.

   El mundo celta representa uno de los capítulos más atractivos y latentes de la historia antigua europea. Todo el aura de misterio y encanto que envuelve a lo céltico sigue vigente en el imaginario colectivo. Sin embargo, la idea que tenemos hoy en día sobre lo celta es incompleta y difusa. Para saber quiénes fueron realmente los celtas debemos tener en cuenta ciertas consideraciones de tan enigmático mundo, vestigio del pasado de la civilización occidental cuyos aspectos fundamentales todavía no han sido esclarecidos satisfactoriamente. Comencemos por el origen mismo de la palabra celta, este término procede del vocablo griego Keltoi, y aparece por primera vez en la Geografía de Hecateo de Mileto, en el siglo VI a.C. Keltoi designaba a todos los pueblos sin distinción más allá de las fronteras de la Hélade (el mundo griego). Los autores latinos utilizarán el término Galli, sinónimo de Keltoi, junto a otros muchos nombres de pueblos, con el mismo sentido de oposición a lo latino (el mundo romano). Ni griegos ni romanos pudieron caracterizar una identidad cultural clara, y a raíz de esta concepción "espesa" la investigación histórica construyó una primera identidad céltica cuyos defectos metodológicos hemos heredado. A continuación veremos la problemática que rodea al estudio de lo celta:

1.- Las fuentes antiguas suelen ser imprecisas, equívocas, fragmentarias y poco objetivas.

En efecto, los griegos del siglo VI-V a.C. son los primeros que mencionan a los Keltoi, y aquí tenemos un condicionante importante: casi todo el conocimiento que tenemos sobre los celtas procede de fuentes escritas griegas y romanas.

El Istro (Danubio) fluye por toda Europa, comenzando a partir de los celtas que son los últimos de los de Europa que habitan hacia la puesta de Sol, a continuación de los cinetas".

HERÓDOTO DE HALICARNASO (autor griego del siglo V a.C.)   


   Por desgracia los celtas no escribieron su propia historia y si fueron conscientes de ella se transmitió por tradición oral, si llegaron a escribir una historia no ha sobrevivido. A través de autores como Hecateo de Mileto, Heródoto, Jenofonte, Aristóteles, Éforo de Cime, Teopompo de Quíos, Timeo de Tauromenio, Apolonio de Rodas, Filón de Bizancio, Eudoxo de Rodas, Polibio, Apolodoro de Atenas, Hiparco de Nicea, Posidonio, Diodoro Sículo, Estrabon, Dionisio de Halicarnaso o Julio César… entre otros, la imagen que se ofrece del mundo celta es vaga y fragmentada, la falta de datos que aporten luz sobre importantes aspectos del celtismo es enorme.

...de acuerdo con la opinión de los antiguos griegos, tal como a las partes conocidas que dan al norte las llamaron con un sólo nombre, escitas o nómadas, así Homero, y, más tarde, conocidos los que dan a occidente fueron denominados celtas e iberos o, de modo mezclado, celtiberos y celtoescitas, siendo clasificados los pueblos bajo un sólo nombre por ignorancia, así también los meridionales que dan al océano son llamados etíopes.

ESTRABÓN DE AMASIA (autor romano siglo I a.C- siglo I d.C)



   Salvo raras excepciones, lo habitual es la crítica etnocentrista que considera inferior a lo que es distinto, sin intención de obtener una información más precisa y completa. Algunos autores antiguos sólo los conocemos porque escritores posteriores los citan e incluso comentan sus obras. Así por ejemplo un fragmento de una obra perdida de Helánico de Mitilene del siglo V. a.C. es citado por Estrabon en el siglo I a.C.

"Los antiguos escritores helenos a todos los septentrionales los llamaban escitas o celtoescitas (Keltosskýthas)"

HELÁNICO DE MITILENE (siglo V a.C.).    



2.- No se ha podido establecer con clara precisión la identidad celta.

Ni los griegos, ni los romanos pudieron definir quiénes eran realmente los celtas, los historiadores actuales tampoco han podido determinar con exactitud si se trataba de un pueblo concreto o de varios pueblos que los avatares históricos terminaron por aglutinar bajo el concepto de celtas. Dado que en el rigor académico el celtismo es bastante contradictorio y difuso, deslumbra el contraste de la visión popular romántica de los celtas como una civilización de gran personalidad, de guerreros poderosos que conquistaron buena parte del continente europeo, tal definición lleva a un extremo demasiado simple la ambigua imagen de lo celta, que a la vez oscurece la presencia de otros pueblos que vivieron en la Edad del Hierro. Un investigador del celtismo como Joseph Déchelette (1862-1914) vinculó grupos celtas con ciertas regiones europeas, donde cada grupo tuvo su protagonismo en momentos concretos de la historia. Es lógico cuestionar sobre si todos estos grupos que distinguió este arqueólogo francés son propiamente celtas o realmente mezcló llamando celta también a todas las tribus asimiladas, influidas, o incluso semejantes, próximas o vecinas de los celtas, y que eran desconocidas por el mundo grecolatino. Pero por otro lado, estos grupos, ya sean de tradición celta, emparentados, afines o vecinos pueden haber experimentado una celtización a lo largo de los siglos, una influencia que les hace evolucionar forjando su propio destino, varios grupos con una cultura compartida, no estrictamente homogénea pero sí reconocida como similar con un pasado en común. O tal vez el significado de lo celta ha variado con el tiempo.


He aquí las regiones célticas que J. Déchelette distinguió en esta percepción clásica del celtismo:

1.- La céltica continental que correspondería a la Galia, Italia del Norte, España del Norte, Bohemia, Transilvania, Rusia del Norte, Sur de Alemania, Austria y Hungría.

2.- La céltica Insular que abarcaría Inglaterra, Escocia e Irlanda.

3.- Y una céltica germánica integrada por el Norte de Alemania, Dinamarca y Suecia.


 

   Otra visión muy diferente y crítica es la defendida por el arqueólogo inglés J. R. Collis, que rechaza la existencia de un pueblo y una historia, no hay una cultura, religión ni lengua común, ni siquiera una etnia única, y que debería hablarse sólo de pueblos de la Edad del Hierro negando incluso el término celta. Según Collis los celtas son resultado de una construcción artificial de la historia y la política, por lo tanto nunca existieron como pueblo sino que constituyeron una amalgama de tribus, comunidades que sobre todo los romanos designaron bajo un mismo término sin ninguna distinción. En esta guisa lo que nos ha llegado sería fruto de una convergencia de herencias históricas y tradiciones bajo una misma denominación.

  No comparto en absoluto hacer tabula rasa con el mundo celta hasta el punto de negarlo. Tuvo que existir un pueblo celta genuino que fue reconocido por los griegos, vagamente pero identificado con un tipo concreto de bárbaros, siempre en el sentido de extranjeros, ajeno a la cultura del "refinado" mundo grecolatino.


En cierto modo, el enfoque heterogéno tiene su parte de verdad, pero considero que dentro de esta heterogeneidad hay elementos en común que invitan a suponer una unidad dentro de la diversidad. La capacidad de integración de unos celtas genuinos poseedores de un gran acervo cultural influyó poderosamente a otras comunidades, mediante lazos de parentesco inauguraban o reforzaban las relaciones sociales y/o comerciales. Los contactos comerciales, la convivencia y la fusión con nuevos grupos definiría nuevas etnias básicamente cohesionadas como para distinguirse de otros grupos foráneos, con una organización socio-política singular y una lengua propia. Todo ello supone una concepción globalista de lo céltico. La irradiación del componente céltico sería de tal magnitud que en cierto modo uniformó muchos rasgos culturales de las poblaciones de Europa.

 


   Los celtas son difíciles de perfilar por los investigadores, para muchos fueron las culturas Hallstatt Final y La Tène. El trabajo arqueológico en el siglo XIX estableció la conexión entre las fuentes antiguas y los objetos materiales, entre el término celta y la cultura de La Téne. Aunque esto ha restringido el uso del término celta excluyendo poblaciones anteriores.

 

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Casco de la cultura de La Tène, procedente de Agris, Francia.


3.- La ausencia de un estado unificado.

A lo largo de la historia estos grupos nunca constituyeron una nación, se diseminaron por distintas partes de Europa e incluso su final fue dispar en el tiempo y el espacio, desvaneciéndose en distintos momentos, lugares y circunstancias. A pesar de todo ello, aún aparentemente desorganizados, dominaron Europa durante cinco siglos, en su máximo apogeo entre los siglos V y III a.C., alcanzando los extremos occidentales (España) y orientales (Norte de Rusia). Su dispersión estableció variados destinos, más tarde o temprano fueron absorbidos, integrados o aniquilados.


4.- Las raíces prehistóricas de los celtas.

En fases protohistóricas en la formación de la cultura celta, perteneciente al ramal indoeuropeo occidental, intervienen varias culturas neolíticas, la investigación ha destacado especialmente tres: los Pueblos del Vaso Campaniforme (occidental), los Pueblos Cordados (centroeuropa), y los Pueblos Kurganos (orientales). Sin olvidar que intervienen otras muchas culturas del ámbito europeo-asiático en un proceso recurrente de contactos, migraciones, asimilación y diversificación de grupos sucesivos. Las relaciones serían unas veces pacíficas, otras veces hostiles dando lugar a la escaramuza o la invasión. Un crisol de comunidades que se unen, evolucionan, se dividen y expanden una y otra vez. La fusión de las culturas más interconectadas va creando culturas renovadas y el desvanecimiento de las más antiguas. La simbiosis de grupos que se desplazan genera nuevas realidades, pero en este punto de la prehistoria sobre lo proto-celta no nos extenderemos más porque exije un amplio desarrollo.

5.- Los núcleos originales celtas.

Hay quien piensa que la configuración de los celtas no responde a una invasión ni colonización extranjera aunque hay desplazamientos de población, cristaliza la impresión de una evolución de varias culturas neolíticas que interactúan. Bajo la denominación celta se agrupan diferentes tribus que no pueden sujetarse a una localización geográfica concreta. Un buen número de estudiosos sostienen que los celtas históricos se hayan vinculados a la cultura de La Téne o lateniense, que fue la cultura centroeuropea más avanzadas durante la Segunda Edad del Hierro ocupando las actuales Francia oriental, Sur de Alemania, Austria, Chequia, Eslovaquia y Hungría. Durante el siglo V a.C. se propagó con notable éxito por las regiones de Francia, Países Bajos e Italia. Las razones de tan acelerada expansión son explicadas mediante la conquista militar en virtud de los testimonios grecolatinos que refejan un panorama de desolación e inestabilidad por la llegada masiva de oleadas celtas que siembran el caos. Sin embargo, otros investigadores rechazan de plano la conquista militar, pues se trata más bien de correrías. Me inclino a pensar que hay parte de verdad en ambas propuestas y añado que la capacidad de adaptación-integración de los pueblos celtas está muy infravalorada, y que primaría la irradiación o influencia socio-cultural por desplazamientos de ideas, de comerciantes, de artesanos, y del mercenariado.


Se han propuesto dos núcleos originales para la cultura de La Tène, hoy día corresponden a regiones de Francia y Alemania. En el mapa inferior los focos originarios se han señalado con las letras A y B, dentro de su área de influencia. Las flechas señalan posibles expansiones, contactos y/o invasiones hacia el Norte (las islas británicas), al Sur (península italiana, litoral meridional francés) y hacia oriente (alcanzando el Danubio, Balcanes, y Anatolia).

A. Cuenca media del Sena (Champaña), a la altura del Marne-Mosela.

B. Cuenca media del Rin (Hünsruck-Eifel), en el "bosque herciniano" (zona norte de los Alpes). Según los autores romanos tomaba 60 días de marcha atravesar este denso bosque que cubría la actual Alemania.




   La fecha clave es el siglo V a.C. porque representa la quiebra y desintegración social del mundo hallstático, que fue la cultura destacada de la Primera Edad del Hierro cuya área nuclear coincide con la céltica. Este ocaso abre la puerta al surgimiento de una nueva cultura que cobra fuerza a partir de estos momentos, la cultura de La Tené, que será la protagonista de la Segunda Edad del Hierro, desde el siglo V hasta el siglo I a.C.


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   Hay que señalar que la transición de Hallstatt-Tène no significa ruptura, se traduce más bien en un cambio del eje económico hacia el Norte, incluso los hallstáticos pueden ser considerados antepasados de los latenienses, estos últimos son herederos de un gran acervo cultural, aunque en el amanecer lateniense habría más factores implicados como la caída de la ruta comercial del Ródano, cerrado este acceso al Mediterráneo los celtas miran hacia Europa Oriental buscando relaciones comerciales con los escitas, no es casualidad que la cita de Helánico de Mitilene refiera a celtas y escitas como Keltosskýthas.


Otro detalle que manifiesta el problema de considerar a la cultura de La Téne como celtas originales es que coincide con la aparición del término celta por contacto griego, si bien ignoramos si ellos mismos se denominaban así. Además, nos hacemos la siguiente pregunta, ¿si los griegos los llamaron así al encontrarles en el siglo V a.C. significa que antes no existían? El hecho de no haber entrado en contacto con ellos hasta tal fecha no significa que no vivieran instalados en diversas áreas europeas mucho antes. Tal vez el fenómeno céltico se presente dispar en espacio y tiempo porque fue fruto de diversos impulsos u oleadas que comenzaron antes del surgimiento de la cultura de La Téne que sería otra expresión del marco cultural común, esto encajaría mejor para explicar las noticias de Heródoto sobre la presencia de celtas más allá de las Columnas de Hércules, en la península Ibérica. Realizadas estas reflexiones continuemos con la visión clásica que identifica celtas originales con cultura de La Téne.

 

   En los primeros tiempos los antiguos núcleos latenienses del siglo V a.C. presentan una economía bastante autárquica. Se trata de pequeñas jefaturas que tienen relaciones en inferior categoría con los principados hallstáticos aportando materia prima y esclavos. Si observamos las primeras tumbas latenienses, los objetos suntuosos no están tan extendidos como cabe esperarse fruto del enriquecimiento. Sus necrópolis proporcionan una imagen de sociedad notablemente igualitaria. Pero este panorama cambia a mediados del siglo V a.C. por muchos motivos: aumento de la población, aumento de la producción de la minería del hierro, incremento del comercio por la mayor presencia de los mercaderes del Mediterráneo Oriental... Cuando sucede el colapso de los principados hallstáticos, muchos centros son abandonados, la desaparición de Heuneburg simboliza el fin de la organización estatal y del sistema económico y social de los príncipes hallstáticos. Los territorios latenienses que durante la Primera Edad del Hierro estaban en un plano secundario de la economía, ahora son centros económicos de primer orden. Todos estos elementos confluyen en la consolidación, ascenso y fortalecimiento que le aguarda a la cultura de La Tène.

6.- Los celtas no tuvieron una religión específica o nacional.

Hablar de mitología celta es como decir mitología africana. La dispersión y los propios antagonismos políticos y sociales no jugarían a favor de una religión unificada. Por lo que destaca la falta de unidad en sus concepciones religiosas. Posiblemente cada tribu tuviera sus divinidades propias, pero esto no descarta que tribus vecinas reconozcan y compartan varios dioses comunes, por eso parece más adecuado hablar en plural, de mitologias celtas. Una creencia común se observa en un comentario de Julio César que expone que todos los galos afirmaban proceder de Dis Pater. Este fue el nombre dado por César a un dios común de quien todos los galos dicen proceder, se ha identificado con una deidad denominada Teutates.

   Teutates, del galo touta, significa tribu-pueblo, parece una divinidad de origen subterráneo equivalente al Plutón romano. Aunque este nombre se halla únicamente asociado en las inscripciones al dios Marte (Marti Toutati), esto nos lleva a interpretar sin equívocos que Teutates es un dios galo paralelo al Marte romano, es decir, que esencialmente fue un dios de la guerra. Lo más probable es que cada tribu gala debió tener su propio Teutates que cada cual adoraba bajo un nombre diferente, Alborix, Caturix, Lucetius, Rigisamos... Un problema añadido es que las divinidades celtas se confundieron con las romanas cuando compartían rasgos similares, rasgos que se dispersan que luego hallamos en dos o tres divinidades diferentes.


7.- La cronología del mundo celta.

A tenor de lo expuesto, hay que reconocer que la tarea de establecer una cronología de los pueblos celtas es una patata caliente. Muchos autores han propuestos varias fases a la hora de analizar la cultura lateniense, el primero fue Otto Tischler (1843-1891) que propuso 3 períodos en función de la evolución de la tipología de la cultura material metálica (fíbulas y espadas), más tarde fue perfeccionada por Joseph Déchelette que estableció una cuarta fase para las islas británicas, en función de tipología de armas, adornos, vasos y otros marcadores de carácter cultural.



La cronología mas utilizada y de la cual nos serviremos es la propuesta por J. Collis que presenta 3 fases: clásica, expansiva y una última que podemos calificar de regresiva.

La Tène A - período clásico (500-400) a.C.
Al ocaso de Hallstatt le sucede el amanecer de La Tène. Se hace evidente el cambio de una sociedad notablemente igualitaria a otra donde se incrementa la riqueza de las minorías dirigentes. Esto sucede a mediados del siglo V a.C. donde la arqueología revela una etapa de esplendor, si se puede celebrar así a una etapa de mayor desigualdad social, verificable porque hay tumbas que destacan en lujo con la aparición de objetos suntuosos: carros de dos ruedas, en la cultura Hallstatt eran de 4 ruedas, espadas, lanzas y yelmos de bronce, torques y brazaletes de oro, e importaciones mediterráneas, como unos singulares jarros picudos etruscos.

La Tène B – fase de expansión (400-150) a.C.
Las fuentes grecolatinas testimonian grandes migraciones y conquistas militares. Se trate de conquista o saqueos, se infiere un panorama de desorden y caos generalizado, una todavía insignificante villa llamada Roma es arrasada en el 386 a.C. Al Este Alejandro Magno pacta con los celtas en el Danubio en el 335 a.C. Otro hecho registrado en el año 279 a.C. refiere que los celtas saquean el santuario de Apolo en Delfos, aunque esta vez los definen con otro término, los gálatas. Notamos en este momento que para referirse a los celtas orientales que se han instalado en Asia Menor o Anatolia (actual Turquía) emplean el término de gálatas. Lo más extraño del asunto es que la arqueología no detecta un clima bélico tan abierto como declaran las fuentes antiguas, al contrario revela la ausencia de grandes poblados o sólidas fortificaciones. Paradójicamente el paisaje que predomina es el de pequeñas aldeas y granjas aisladas más en sintonía con un modo de vida pacífico incluso en regiones nucleares de la cultura lateniense que se expresa más como mundo rural que militar. Las contradicciones del celtismo.

La Tène C – período de los oppidas (150-50) a.C.
Denominada así porque la población se concentra en enclaves fortificados, los oppidas. Los celtas comienzan a sufrir continuos reveses militares por toda Europa, el azote de las nuevas potencias como Roma en progresión, tomando el sur de Francia (ahora provincia: Galia Narbonense); Roma no olvidará la cuenta pendiente del 386 a.C. En Oriente los celtas son sacudidos por el poderoso reino de Dacia y en el Norte una confederación de tribus germánicas anuncian tiempos aciagos para el mundo celta. Esta fase concluye con la conquista de la Galia por Julio César.


   La comprensión del mundo celta no puede reducirse a generalizaciones ni a soluciones simples, sí tenemos claro que en ningún caso puede vincularse el celtismo a una única etnia con un carácter estable o estático, homogéneo, cerrado o invariable vinculado a conceptos de pureza, como se hizo en épocas pasadas. Puede decirse lo mismo sobre sumerios, griegos y tantos otros pueblos que parten siempre de la suma de lo diferente en un dilatado proceso que genera una realidad nueva y a veces eclosiona triunfante. Por tanto, como algo nuevo que es, se diferencia de lo anterior. La carga de las tradiciones anteriores es lo que la investigación debe detectar para discernir interpretando lo que ha sucedido, un tarea minuciosa y complicada porque los rasgos culturales se van diluyendo/transformando poco a poco a lo largo del tiempo.

   Más allá de la identificación etnia=cultura material, hoy se tiene una visión más abierta y flexible acorde con que los celtas alcanzaron su peso en la historia principalmente a través de continuas influencias acumulativas -celtización- en mayor y menor medida lo que también explicaría la diversidad dentro de la unidad céltica. Los celtas posiblemente surgieron de una raíz ideológica-cultural común y una extraordinaria capacidad de adaptación al lugar al que llegaban conservando su carácter o herencia ancestral, y esto explicaría en parte su rápida difusión y mezcla con otros grupos que componen el mundo celta. Por eso se ha empezado a revisar la posibilidad sobre que no existió un pueblo celta sino que existieron muchos pueblos celtas, y hasta ahora hemos pretendido que todos encajen en esos rasgos variopintos referidos por autores antiguos con siglos de diferencia. La dificultad estriba en descubrir a partir de cuándo, quiénes y cómo se compone ese mundo celta genuino.


Actualmente el mundo celta carece de una precisión histórica debido a que se han generado diferentes versiones sobre quíénes fueron realmente los celtas.

1) Una primera versión, que es la que hemos contemplado aquí responde a la arqueología tradicional que mantiene el concepto étnico de lo celta. Comparto esta postura pero he querido actualizarla estableciendo un sentido étnico plural, es decir, aplicando que los celtas tenían un origen diverso de culturas afines que convergen hacia una cultura común. Posteriormente el choque con pueblos muy distintos es lo que remarca su identidad por contacto de lo diferente, aunque considero que hubo una generalización. Estimo que los celtas son más antiguos que la cultura de La Tène.

2) La segunda es una revisión crítica en curso, iniciada en los años 80 del siglo XX, y que a veces se excede pienso, negando la propia existencia de lo celta. Otra corriente de revisión moderada trata de depurar multitud de deformaciones, manipulaciones políticas e ideaciones que ha sufrido el concepto de lo celta, asumiendo que siendo los historiadores quiénes han creado este problema sean ellos quiénes deben resolverlo. Y en esta dirección se trabaja para ofrecer un cuadro más riguroso si cabe, una restitución del concepto celta lo más fidedigna posible, que probablemente explicará que lo celta ha tenido en la historia antigua buen número de significados que se han confundido y hasta solapado.

3) En tercer lugar hay otra percepción que considera unos celtas inmortales, imperecederos en el tiempo, que discurren imperturbables en la historia incluso hasta nuestros días, producto de una acumulación de datos procedentes de distinas regiones y en momentos dispares en el tiempo.

y 4) La última versión son los celtas New Age, se adentra en el surrealismo, en la fascinación y un mercado en el que se ofrece al público un encantamiento céltico-fantástico de unos guerreros poderosos de una sociedad envuelta en las brumas de la magia y la belleza de unos bosques místicos. Esta imagen del mundo celta acaba mezclando un poco de todas las versiones con lo que tendremos unas historias entretenidas pero que no se acercan a lo que estamos buscando, la definición completa y exacta de la realidad celta.

 

   Sea como fuere, cada uno tiene una visión de lo celta y seguirá demandando información que responderá a una de estas cuatro versiones. Aunque el ciudadano no percibe esta pluralidad, las categorias más idealizadas de celtas prevalecerán hasta que el mundo académico resuelva este desorden.




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