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1 Rayos Cósmicos. Secretos de la Cosmoclimatología

La cosmoclimatología es una ciencia interdisciplinar que estudia las relaciones entre el clima de la Tierra y los procesos que ocurren en el cosmos, como la masiva lluvia de rayos cósmicos, entre otros factores astronómicos que han influido en el cambio climático como fenómeno natural universal. El clima es cambio continuo, dado que los agentes causales son dinámicos. La cosmoclimatología asume que los cambios climáticos observados tienen una destacada correlación con el flujo de rayos cósmicos que la Tierra ha recibido en los últimos millones de años. No debe sorprender que el Sol una vez más, ejerce un papel director en este proceso, favoreciendo o disminuyendo la llegada masiva de estas partículas que vamos a ver a continuación. Lo más fascinante de esta teoría es que reúne fenómenos microcósmicos (física de partículas) con fenómenos del macrocosmos (astrofísica) para explicar el funcionamiento de mecanismos desconocidos hasta ahora, un nuevo horizonte de la ciencia muy prometedor.

En los comienzos de la investigación fueron denominados rayos, pero en realidad tratamos con astropartículas. Los rayos cósmicos son en su mayoría núcleos de átomos, protones, neutrinos, que bombardean la Tierra constantemente viajando a una velocidad cercana a la luz. No se han hallado hasta la fecha partículas más energéticas en el universo, pues poseen hasta cien millones de veces más energía que cualquier otra partícula conocida. El estudio de los rayos cósmicos permitió descubrir nuevas partículas subatómicas como el positrón y el muón, inaugurando la ciencia física de partículas elementales.


Introduccion

Los Rayos Cósmicos (RRCC), fueron descubiertos por el científico austríaco Victor Hess (1883-1964), en uno de sus vuelos en globo aerostático, se jugaba la vida subiendo a más de 5000m, detectó la llegada de partículas energéticas a la atmósfera en 1912, las calificó como “radiación penetrante proveniente del espacio”. Esta foto histórica tiene más de un siglo:


El interés creciente por este hallazgo llevó a incesantes estudios científicos, y en 1930, los astrofísicos W. Baade (1893-1960) y F. Zwicky (1898-1974) ya sugerían que esta radiación era resultado de explosiones de estrellas, ellos son quiénes acuñaron el término supernova. Esta conclusión es provisional pues la procedencia específica de los RRCC es aún un misterio, se acepta comúnmente el origen intra y extra galáctico resultado de explosiones de estrellas. No obstante, justamente este año 2013 un equipo astrofísico del Instituto Max Planck de Astronomía en Heidelberg estudiando la supernova SN1006 parece haber resuelto este enigma (NIKOLIC, S. et al. An Integral View of Fast Shocks Around Supernova 1006. Science 5 April 2013. Vol. 340 no. 6128 pp. 45-48. DOI: 10.1126/science.1228297) y (ACKERMANN, M. et al. Detection of the Characteristic Pion-Decay Signature in Supernova Remnants. Science 15 February 2013. Vol. 339 no. 6121 pp. 807-811. DOI: 10.1126/science.1231160)

A veces no somos conscientes que el propio sistema solar viaja a través de la galaxia, y aún más importante, la propia galaxia viaja a su vez a través de la inmensidad del universo. Es fundamental tener esto en cuenta ya que la cantidad de rayos cósmicos que abordan la Tierra ha oscilado con el tiempo hasta unos valores cien veces superiores a los actuales. Considerar la cosmoclimatología seriamente permitirá comprender mejor la historia paleoclimática y las variaciones naturales del clima, muchas de ellas más extremas, que han sucedido siempre en nuestro planeta. Es imposible eludir toda explicación que no incluya al astro rey, que ha gobernado y sigue rigiendo el clima en todo el sistema solar. Asimismo el propio Sol está sometido a la influencia de factores siderales muy poderosos, cuya mecánica desvela numerosos ciclos de duración muy variada, los más conocidos son los ciclos solares de 11 años, pero existen otros más largos que demuestran que el estudio del Sol como del resto de las estrellas no ha hecho más que comenzar y nos aporta una información extraordinariamente valiosa.

El sabio Nikola Tesla (1856-1943) llegó a calcular que la Tierra recibe del Cosmos una energía tremenda que estimó en 200 billones de voltios, desde luego esto es energía descomunal. Y toda ella nos está dando en la ionosfera, una parte siempre está penetrando en el planeta, especialmente en los polos. La entrada masiva de estas partículas está regulada por la actividad intensa o declinante del Sol, que ejerce un papel fundamental en el flujo de rayos cósmicos que recibe la Tierra.



En el video podemos apreciar, además de una estupenda música, el roce producido en la ionosfera por la radiación cósmica, que incluye otras muchas partículas además de los RRCC, que fueron confundidos un tiempo con los rayos gamma, por esta razón se les acabó también llamando rayos. En los años 30 del siglo XX fue el Premio Nobel de Física Robert Milikan (1868-1953) quien los denominó rayos cósmicos (rayos por la mencionada confusión con los rayos gamma, y cósmicos porque proceden del Universo). El halo verde visible en el video es el gas ionizado, energía prácticamente ilimitada que recarga el planeta con billones de electrovoltios y kiloamperios. Si en la Tierra tuviéramos nuestros ojos adaptados para ver los RRCC, en la superficie siempre veríamos un extraño "nevar" en todas partes.

Los RRCC sólo se pueden contemplar con una máquina especial llamada cámara de niebla, que fue inventada en 1929 por el físico ruso Dimitri Skobelzyn (1892-1990). Podemos ver a continuación un práctico video que reproduce una de estas cámaras de niebla, que incluso se puede construir en casa. Lo que se aprecia son rayos cósmicos secundarios (astropartículas que han ido perdiendo energía encontrando cada vez mayores cantidades de átomos, especialmente oxígeno y nitrogeno, interaccionando con la nube de electrones o el núcleo. Los Rayos Cósmicos secundarios serían electrones/positrones, piones cargados y neutros, muones, neutrinos...). En esencia, la interacción de los Rayos Cósmicos con los núcleos atmosféricos genera una auténtica cascada de partículas que llegan al suelo. La existencia de extensas cascadas de partículas secundarias fueron descubiertas en 1938 por el físico Pierre Auger (1899-1993), que será uno de los creadores del CERN (Centro Europeo para la Investigación Nuclear) y del CNES (National Center for Space Physics) o Centro Nacional para la Física del Espacio.




La interrelación Sol y Rayos Cósmicos.

El Sol ha sido y sigue siendo el piloto principal de los cambios climáticos del planeta. No vamos a desarrollar todos los ciclos solares que existen (ciclo Hale de 22 años, ciclo Gleissberg de 80-90 años, ciclo Suess 150-200 años, o el Hallstattzeit de 2300 años…) que combinados acumulan consecuencias importantes. Los ciclos solares repercuten en los también numerosos ciclos naturales terrestres interdependientes que expresan el pasado, presente, futuro y constante cambio climático. Simplemente repasemos que el descubrimiento del ciclo solar más antiguo y famoso se atribuye al sabio alemán H. Schwabe (1789-1875), que buscando un planeta muy cercano al Sol que de haber existido hubiera sido Vulcano, y estudiando las observaciones de otros astrónomos adivirtió que el número de manchas solares no era constante a lo largo del tiempo sino que aumentaba y disminuía en ciclos de 8-13 años (promedio de 11 años), su hallazgo fue verificado más tarde recibiendo el nombre de ciclos Schwabe.

Poco después el astrónomo inglés Edward Walter Maunder (1851-1928), descubrió la relación entre las manchas solares y la actividad magnética solar, se percató que ciertos fenómenos naturales como las auroras boreales eran provocadas por el magnetismo solar (viento solar), que también afectaba a muchos aparatos de medición terrestre. Su investigación determinó la existencia del “Mínimo solar Maunder” (una cota baja del ciclo Suess) que fue un período acaecido entre los siglos XVII y XVIII, el período más frío de la Pequeña Era de Hielo que vivimos y de la que nos venimos recuperando con una natural subida de temperaturas como ha sucedido siempre.



La ausencia de manchas solares significa que existió una bajísima actividad solar y por tanto, una bajada global de temperaturas, esto produjo desastres en cadena por casi todo el mundo, ruina agrícola, hambre, hubo heladas que provocaron congelaciones de ríos como el Támesis, el Ebro, el Sena, o el Ródano, incluso el mar Báltico se llegó a congelar completamente permitiendo el paso de un ejército sueco a Dinamarca en 1658, hecho que está pasando de nuevo en estos últimos años, decenas de cruceros quedaron atrapados recientemente entre otros muchos efectos que se pueden contemplar en casi todos los países del globo. El mínimo Maunder es sólo uno más de muchos otros mínimos solares que afectaron a escala global, como el que padecemos actualmente (bautizado como mínimo solar Eddy, primero del nuevo milenio y que acaba de comenzar). En el último milenio hemos tenido 5 mínimos solares (Oort, Wolf, Spörer, Maunder y Dalton). La historia está salpicada de máximos y mínimos solares bien documentados con períodos de calentamiento y enfriamiento globales. El cambio climático no es nuevo, no es una situación anómala, sino que es algo que siempre ha ocurrido.


En 1908 fue el astrofísico George Ellery Hale (1868-1938), inventor del espectroheliógrafo, quien demostró que las manchas solares estaban asociadas a fuertes campos magnéticos que determinaban intensas fases de actividad solar, (ciclos Hale de 22 años). Así pues, sabemos que la Tierra siente los cambios cuando el número de manchas solares crecen o disminuyen. Teniendo en cuenta estas breves nociones podemos ahora abordar la interrelación de nuestra estrella con los Rayos Cósmicos y cómo influye en el sistema climático de la Tierra. El estudio de estas partículas extraordinarias formó parte de los programas de investigación en la carrera espacial USA-URSS.



Los primeros satélites Explorer que fueron enviados en 1958, estaban equipados con contadores Geiger, eran capaces de contar el flujo de radiación, así como el satélite soviético Sputnik III, verificaron que en alturas de 2000-2800 Km el número de partículas se reducía hasta cero. Es decir, no registraban concentraciones de partículas similares a las halladas en menores alturas, lo cual resultaba cuanto menos que intrigante. Fue entonces, cuando el director del programa de radiación cósmica, el físico James A. van Allen (1914-2006) entre otros científicos abordaron esta cuestión. Una posible explicación que resultó ser la correcta señalaba que la disminución a cero podía deberse a una saturación de partículas que dejaban inoperativos los instrumentos de medición. Para evitar posibles colapsos de aparatos el Explorer IV fue con medidores “blindados” con plomo para protegerlos de la alta radiación que se esperaba encontrar, que de hecho así fue, pero mucho más alta de lo imaginable.

En esta foto de 1958 podemos ver de izquierda a derecha. Dr. William H. Pickering, director del JPL (Jet Propulsion Laboratory), el Dr. James Van Allen (físico nuclear de la Universidad de Iowa), y el Dr. Wernher von Braun, (ingeniero aeroespacial, uno de los más importantes diseñadores de cohetes del siglo XX) sostienen un modelo a escala del primer satélite estadounidense, el Explorer I.

Los datos aportados por las sucesivas misiones hallaron la existencia de dos regiones de radiación de alta energía que circundan la Tierra. Este descubrimiento espoleó la investigación y así nuevos satélites con mayor alcance, los Pioner, que rebasaron los 100.000Km de altitud mostraron que teníamos dos bandas de alta radiación rodeando a la Tierra (en el esquema inferior coloreadas en verde), fueron llamados “cinturones de radiación Van Allen” en honor a este físico estadounidense, son dos cinturones que rodean la Tierra cargados con partículas de alta energía.


En estos cinturones quedan atrapados entre muchas partículas los RRCC a lo largo de líneas de fuerza magnética. Como nota simpática, cabe señalar que esta captura de partículas había sido ya predicha por un astrónomo aficionado, N. Christofilos (1916-1972), que en su momento envió su trabajo pero nadie le prestó atención; sólo cuando otros llegaron a la misma conclusión se le reconoció el mérito y desde entonces a la captura de partículas en los cinturones de Van Allen se le llama "efecto Christofilos". Suele pasar. Dejaremos para otra ocasión la peculiar entrada a la Tierra de los RRCC a través de los polos magnéticos, que casualmente son donde se forman los agujeros de ozono y donde los hielos crecen y decrecen como ha sucedido durante miles y miles de años.

"Creo que no hay ningún científico que no esté de acuerdo en que el campo magnético interplanetario desempeña un papel crucial en la transferencia de energía desde el espacio interplanetario al campo magnético de la Tierra".

Dr. GORDON ROSTOKER. Departamento de Física. Universidad de Alberta.


En la imagen inferior la Tierra es representada como un pequeño pequeño granito (escudado por su campo magnético o magnetosfera fuertemente "deformada" no es simétrica como se esperaba, expresada en azul) en lucha titánica contra el abismal campo magnético de nuestra estrella, vibrando con el viento solar (causante también de las tormentas magnéticas terrestres). El alcance del viento solar rebasa más allá de Plutón delimitando la heliosfera (o “atmósfera” solar; vivimos dentro de la "atmósfera" solar). Estar dentro de la heliosfera significa que todo lo que sucede en el Sol nos afecta de manera contundente, condicionando todos los ciclos naturales que afectan al clima del planeta que son muchísimos y dependientes.

En los años 60 del siglo XX científicos daneses empezaron a sospechar que los rayos cósmicos juegan un papel fundamental en la formación de nubes. A finales del siglo XX, dos emimentes físicos daneses Henrik Svensmnark y Eigil Friis-Christensen, analizando los registros satelitales se percataron que los cambios en la nubosidad dependían de la intensidad de los Rayos Cósmicos que llegaban a la troposfera. Habían descubierto que cuando hay mayor radiación cósmica, sucede una mayor formación de nubes. (SVENSMARK, H. y FRIIS-CHRISTENSEN, E. "Variation of Cosmic Ray Flux and Global Cloud Coverage. A Missing Link in Solar-Climate Relationship". Journal of Atmospheric and Solar-Terrestrial Physics, Vol. 59, No. 11, pp. 1225-1232. 1997)


En base a este descubrimiento, el Sol nuevamente juega un rol determinante debido a que la cantidad de radiación cósmica que llega a la Tierra está determinada por el viento solar, que a grosso modo hemos visto que son infernales "llamaradas" de plasma caliente que lanza el Sol cargadas de iones y magnetismo que alcanzan la Tierra y se extienden más allá del planeta enano Plutón.




El comportamiento del Sol en función de sus ciclos, decide la cantidad de rayos cósmicos que penetrarán en la Tierra, pues el viento solar actúa como un “soplador” que expulsa buena parte de los RRCC lejos de nosotros, debilitando su influencia en la Tierra. El flujo continúo supersónico de partículas ionizadas que nos lanza el Sol (viento solar o plasma magnetizado) nos está acribillando, pero el magnetismo terrestre lo modifica y nos protege formando una cavidad llamada magnetosfera que está dispuesta asimétricamente ya que el viento solar la deforma (lineas azules). Esta modificación o configuración defensiva de la magnetosfera terrestre comporta un efecto secundario en lo que respecta a la penetración de los rayos cósmicos, parece ser que el flujo de entrada de las partículas es muy superior en los polos magnéticos que en el resto del planeta, donde casualmente están los hielos Ártico y Antártico. En otras palabras, los polos Norte y Sur son los puntos más vulnerables del planeta a la entrada de las partículas más energéticas que se conocen en el Universo, los rayos cósmicos.

La principal consecuencia del descubrimiento de Svensmark, resumido de la manera más sencilla, implica que cuanto más fuerte sea el viento solar, menos radiación cósmica penetra, se forman menos nubes, hay más calentamiento del planeta. Cuanto más débil sea el viento solar, más bombardeo de RRCC, se forman más nubes, bajan las temperaturas. Los rayos cósmicos tienen la virtud de ionizar las moléculas del aire creando focos de condensación para el vapor de agua favoreciendo la formación de nubes.


La idea básica es que la actividad solar puede hacer que aumente o disminuya la nubosidad, lo que a su vez tiene un efecto sobre el enfriamiento o el calentamiento de la superficie terrestre. Los agentes intermediarios son los rayos cósmicos, que provienen del medio interestelar, principalmente de las explosiones de las supernovas.

La clave es que cuando hay menos rayos cósmicos hay menos cobertura de nubes que conlleva un planeta más cálido. Está constatado que la caída de la actividad solar es un hecho, hemos tenido un máximo solar que ha estado desviando los RRCC otorgando temperaturas benevolentes, más calientes, que siempre han significado prosperidad, mejores cosechas, desarrollo de ecosistemas tal y como ha sucedido en el Ártico, detalle que no hallarán en la propaganda ordinaria del "asústeles a muerte" que sigue una agenda de distinta a la ciencia. Ahora, por vez primera en este nuevo milenio, el Sol está entrando en un período de menor actividad, por tanto los RRCC no serán desvíados como ha sucedido con el efímero y breve calentamiento final del siglo XX (que registró un máximo solar histórico). La caída récord en la actividad solar siguiendo las observaciones empíricas invita a la formación de mayor cobertura nubosa lo que contribuirá a un enfriamiento global.


Estas observaciones se han analizado en Asia, concretamente en China (XIA; X. LAGEO, Institute of Atmospheric Physics, Chinese Academy of Sciences, Beijing, 100029, China), se ha verificado que la cobertura de nubes sobre China disminuyó significativamente durante el período 1954-2005. Esta conclusión refuta la cada día más agujereada teoría del calentamiento global antropogénica, obcecada en que el calentamiento supuestamente de CO2 tiene que causar un aumento de vapor de agua y la nubosidad. Otro detalle de la investigación sostiene que la reducción de la capa de nubes no está vinculada a los aerosoles de origen humano, cediendo el mérito al mecanismo natural, posiblemente a consecuencia del aumento de la actividad solar en virtud de la teoría de Svensmark junto a otros mecanismos naturales.

"Las nubes son la sombrilla de la Tierra, y si se producen cambios en la cobertura de nubes por cualquier razón, tenemos el calentamiento global o el enfriamiento global".

Dr. ROY SPENCER. Climatólogo. Universidad de Alabama.


El estudio de la cosmoclimatología es un factor muy interesante en la comprensión de los cambios climáticos antiguos no provocados por el hombre, la actual política de castigo contra los gases invernadero es ciega y tendenciosa, cuando ni siquiera se han descubierto las causas naturales que llevan funcionando millones de años y que siempre han determinado cambios, mucho más bruscos, prolongados, y que no son nada nuevo en la historia terrestre.


En la presente gráfica, (adaptada del trabajo SHAVIV, N. J. And VALZER, J. Celestial Driver of Phanerozoic Climate? GSA Today (july 2003), Vol. 371, pp. 323-325) abordamos el período Fanerozoico (últimos 545 millones de años), en el que la Tierra experimentó muchos cambios climáticos, destacamos 8 grandes cambios climáticos, especialmente largos (50-90 millones de años de duración), con una variación en las anomalías de unos 5ºC que se alternan configurando edades más cálidas y más frías. A su vez, podemos determinar ciclos menores dentro de los ciclos más largos. Si nos centramos en el último millón de años sabemos que hubo cerca de 10 edades de hielo y cada una abarcó sólo 100.000 años de duración jalonadas por períodos interglaciares de unos 10.000 años. La correlación entre el flujo de Rayos Cósmicos y los cambios climáticos son notablemente consistentes.

Y dentro de los últimos 1000 años se han detectado muchos períodos cortos 50 años más cálidos y con cambios más bruscos que cualquier otro hallado en el tímido y escueto optimo cálido final del siglo XX. Es el resultado que se desprende del análisis exhaustivo del equipo científico de Caltech y la Universidad de Harvard que incluye toda suerte de registros históricos, dendrocronología, glaciología, cambio de isótopos en las muestras de hielo, sedimentos lacustres, maderas, corales, estalagmitas, microfauna de sedimentos, etc. Las variaciones de la temperatura atmosférica no obedecen a las concentraciones de CO2 y otros GEI, pero tales variaciones sí son coherentes respecto a los cambios en la actividad del Sol. (SOON, W. et al. 2003. Reconstructing Climatic and Environmental Changes of the Past 1000 Years: A Reappraisal. Energy & Environment, Vol. 14, pp. 233-296.) y (SOON, W. and BALIUNAS, S. 2003. Proxy Climatic and Environmental Changes of the Past 1000 Years. Climate Research, Vol. 23, pp. 89-110).



Los precarios comienzos que llevaron a probar la teoría cosmoclimática elevada por la DTU (Technical University of Denmark) fueron lo suficientemente sólidos como para recibir el visto bueno de uno de los laboratorios de investigación más importantes del mundo, el CERN (Centro Europeo para la Investigación Nuclear) que es el Laboratorio Europeo de Física de Partículas, unas instalaciones de más de 600 hectáreas integradas con aceleradores de partículas (desde el antiguo Sincro-ciclotrón al más moderno Colisionador de Hadrones). Así se puso en marcha el proyecto CLOUD que profundiza en la acción de los rayos cósmicos, las nuevas investigaciones reflejan importantes cambios en el paradigma del cambio climático, equivocado de raíz ha arruinado la economía mundial de las naciones con la errada reducción del beneficioso CO2 que es uno de los gases más valiosos para los ecosistemas de planeta. Nunca tuvimos los niveles de CO2 tan bajos desde el Jurásico, su subida es una consecuencia natural esperada como ha sucedido en edades pasadas. El modelo actual afirma que las nubes son resultado del clima, pero se confirma que es al revés, es decir, que el clima es consecuencia de las nubes.

El 25 de Agosto de 2011, la revista Nature publicó los resultados que respaldan la influencia de los Rayos Cósmicos en el Cambio Climático. La publicación viene apoyada por más de 60 científicos de diferentes campos. La Cosmoclimatología está recibiendo el apoyo necesario del mundo científico, las estrellas influyen en nuestro clima, los rayos cósmicos pueden provocar todo un cambio climático. Nuestra comprensión del clima va a aumentar sustancialmente y los modelos climáticos tendrán que rehacerse. La investigación de Svensmark publicada en Nature se titula sin ambages: “El papel del ácido sulfúrico, amonio y rayos cósmicos galácticos en la nucleación”. (Role of sulphuric acid, ammonia and galactic cosmic rays in atmospheric aerosol nucleation. Nature 476, 429–433. 25 August 2011. doi:10.1038/nature10343).

A pesar de las clásicas maniobras del establishment por denostar y bloquear el avance de la ciencia climática anclada en los Gases Invernadero, como estuvieron anclados por décadas los continentes de Wegener, experimentos en Dinamarca y otros países han demostrado que los rayos cósmicos intervienen en la formación de cúmulos moleculares que originan las nubes y por extensión la cobertura planetaria. Las investigaciones seguirán adelante porque los estudios iniciales sugieren procesos químicos en el aire hasta ahora desconocidos.

"El resultado fuerza nuestra teoría de que los rayos cósmicos provenientes de la galaxia están directamente involucrados en el clima de la Tierra… / …Ahora queremos concentrarnos en los detalles de la química inesperada que ocurre en el aire, al final del largo viaje que trajo a los rayos cósmicos desde estrellas que explotaron".

HENRIK SVENSMARK. Físico solar. Danish National Space Center (DNSC). DTU.


La Cosmoclimatología es resultado del esfuerzo interdisciplinario que ha tenido lugar en la última década, incluye físicos solares, químicos atmosféricos, geólogos, meteorólogos, incluso físicos de partículas. Una extraordinaria colaboración que abre muchísimas posibilidades en el avance científico de la climatología, supone también la superación del reduccionismo cartesiano que permitirá comprender mejor el conjunto de los procesos naturales que afectan a nuestro clima.




Referencias.
- ARQUERO MARTÍNEZ, F. Rayos cósmicos de ultra-alta energía: las partículas más energéticas de la Naturaleza. Departamento Física Atómica, Molecular y Nuclear. Facultad de Ciencias Físicas. Universidad Complutense de Madrid.
- ACKERMANN, M. et al. Detection of the Characteristic Pion-Decay Signature in Supernova Remnants. Science 15 February 2013. Vol. 339 no. 6121 pp. 807-811. DOI: 10.1126/science.1231160
- ANGEO. Annales Geophysicae.
- BAADE, W & ZWICKY, F. Supernovae and Cosmic rays. Physical Review 45, 138 (1934b).
- FRIIS-CHRISTENSEN and LASSEN, K. Lenght of the solar cycle: An Indicator of Solar Activity Closely Associated with Climate. Science, Vol. 254, pp. 698-700. (1991)
- Danish National Space Center (DNSC). DTU.
- Geological Society of America – GSA
- Instituto de Astrofísica de Canarias.
- KIRKBY, J. et al. Role of sulphuric acid, ammonia and galactic cosmic rays in atmospheric aerosol nucleation. Nature 476, 429–433, (25 August 2011), doi:10.1038/nature10343.
- NIKOLIC, S. et al. An Integral View of Fast Shocks Around Supernova 1006. Science 5 April 2013. Vol. 340 no. 6128 pp. 45-48. DOI: 10.1126/science.1228297
- National Aeronautics and Space Administration (NASA).
- Observatorio PIERRE AUGER SUR.
- SVENSMARK, H., ENGHOFF, M.B. and PEPKE PEDERSEN, J. O. Response of cloud condensation nuclei (> 50nm) to changes in ion-nucleation. Physics Letters A 377 2343–2347. (2013)
(Respuesta de núcleos de condensación a cambios en ión-nucleación)
- SVENSMARK, H. and FRIIS-CHRISTENSEN, E. Variation of Cosmic Ray Flux and Global Cloud Coverage. A Missing Link in Solar-Climate Relationship. Journal of Atmospheric and Solar-Terrestrial Physics, Vol. 59, No. 11, pp. 1225-1232. (1997)
- SHAVIV, N. J. And VALZER, J. Celestial Driver of Phanerozoic Climate? GSA Today (july 2003), Vol. 371, pp. 323-325.
- SOON, W. et al. 2003. Reconstructing Climatic and Environmental Changes of the Past 1000 Years: A Reappraisal. Energy & Environment, Vol. 14, pp. 233-296.
- SOON W. et BALIUNAS, S. 2003. Proxy Climatic and Environmental Changes of the Past 1000 Years. Climate Research, Vol. 23, pp. 89-110.
- Technical University of Denmark (DTU).
- XIA, X. Significant decreasing cloud cover during 1954–2005 due to more clear-sky days and less overcast days in China and its relation to aerosol. Ann. Geophys., 30, 573-582, 2012 (ANGEO – Volume 30, Number 3, 2012)
- XIA, X. Variability and trend of diurnal temperature range in China and their relationship to total cloud cover and sunshine duration. LAGEO, Institute of Atmospheric Physics, Chinese Academy of Sciences, Beijing, 100029, China (Ann. Geophys., 31, 795-804, doi:10.5194/angeo-31-795-2013, 2013.)



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