La reina Talestris y la existencia histórica de amazonas.

Hacia fines de verano del año 330 a.C. regresaba satisfecho Alejandro Magno a su campamento en Hircania (costa sur del Mar Caspio), había recuperado su caballo Bucéfalo y concluido sus campañas contra la astuta tribu de los mardos. Fue entonces, cuando le llegó una noticia sorprendente. Una reina solicitaba un encuentro con el comandante macedonio, aquel que había derrotado a los persas. La reina había cabalgado durante más de un mes sólo para verle, escoltada por 300 guerreras con un atuendo típicamente amazónico.


“A su regreso de Hircania, fue a visitarle la reina de las Amazonas, de nombre Talestris, que reinaba sobre el territorio situado entre el Fasis y el Termodonte. Por su belleza y por el vigor de su cuerpo era extraordinaria, y entre las mujeres de su pueblo se admiraba también su bravura. Había dejado en los montes de Hircania el grueso de sus tropas, y se había presentado con trescientas amazonas, ataviadas con las armas de guerra.” DIODORO SÍCULO. Biblioteca histórica. Libro XVII.


 
Este inesperado encuentro fue descrito por muchos autores antiguos, que revalidaron la existencia de mujeres arqueras a caballo, esas amazonas legendarias, como la tropa de guerreras que murieron socorriendo Troya a las órdenes de Pentesilea, amada y muerta por Aquiles unos ocho siglos atrás.



La reina se llamaba Talestris, nombre que significa "Ella hace florecer", desconocemos su nombre real porque éste es un nombre helenizado. Posiblemente fuera una mujer de origen escita, que gozaba de la reputación de una líder aclamada por sus propios méritos, guerrera valiente y resuelta. Sobre procedencias comenta Estrabón "que las amazonas viven en las montañas sobre Albania". Todavía en el siglo I a.C. el general romano Pompeyo topó con guerreras amazonas en esta región, donde derrotó a Mitrídates (que tenía como esposa a la reina amazona Hipsicratea que se creía un mito, hasta que ha sido documentada arqueológicamente en epigrafía funeraria). Otro autor llamado Justino apunta que las amazonas de Talestris eran "vecinas de los albanos", y que habría reinos de amazonas operando por los actuales territorios del NW de Turquía, Georgia, Azerbaiyán y Armenia, gobernados por guerreras sobreviviendo hasta la época de Alejandro. Y que la reina Talestris que "vestía de forma extraña para una mujer" era una de ellas. Probablemente tuviera dominios al NE de Hircania.

El motivo de la visita de Talestris no era otro que engrendar un hijo con el gran conquistador. Según relata Curcio "encantado con tal requerimiento, atendió ávidamente la petición". Después de 13 días la reina consideró asegurada la concepción y se marchó. No sin antes hacer una promesa a Alejandro, si concebía un hijo lo enviaría con él, sería un digno heredero, pero si alumbraba una niña, ella la criaría. Esta costumbre que detalla Curcio concuerda con la práctica real muy común descrita por muchos autores antiguos al referirse a las mujeres amazonas.


“Extrañado el rey por la inesperada visita de estas famosas mujeres, preguntó a Talestris el objeto de su visita, a lo que ella le contestó que había venido para engendrar con él un hijo. Pues él era por sus hazañas el hombre más esforzado y ella sobresalía de entre las mujeres por su fuerza y su bravura, por lo que era natural que la criatura engendrada de dos progenitores tan excelentes sobrepasaría en valor al resto de los mortales. El rey, extremadamente halagado, aceptó su proposición y pasó trece días con ella.” DIODORO SÍCULO. Biblioteca histórica. Libro XVII.

 
Y conseguido lo que quería, partió Talestris despedida con honores y regalos. Alejandro quiso que se uniera a su caballería, pero la reina rechazó esta proposición, debía volver a defender su tierra hostigada por enemigos. Nunca más se supo de Talestris ni del fruto de su unión con Alejandro.

Muchos autores antiguos discutieron este incidente que en general se consideró verídico. La historicidad de este episodio se acepta en líneas generales, los más escépticos opinan que si bien están convencidos de la existencia de amazonas en tiempos más antiguos, no esperaban que todavía, en tiempos de Alejandro, quedasen bandas de amazonas activas.

De la mitología a la existencia histórica de amazonas.

El estudio arqueológico ha revelado que muchas mujeres eran jinetes, guerreras y cazadoras. Se han descubierto abundantes tumbas de estas mujeres que datan de los siglos V-IV a.C, en las regiones entre los ríos Don y Danubio. En el sur de Ucrania, y en Escitia (SW de Siberia, Rusia) se han hallado sepulturas de guerreras aún más antiguas. Las costas del norte del Mar Negro sería la región más cercana a Grecia, y es justamente el territorio más asociado a las amazonas. Las primeras y escuetas referencias sobre las amazonas son proporcionadas por los textos homéricos donde se alude al héroe Belerofonte, también se refiere la existencia de la tumba de una reina amazona llamada Mirina o Mirsina (o túmulo de Batiea), cerca de Troya, que hasta el siglo I d.C seguía siendo objeto de veneración. Según Estrabón esta amazona asediaba Troya en tiempos anteriores a Príamo. Al margen de las amazonas más conocidas, hubo otras muy anteriores a las euroasiáticas que procedían de Libia, pero no las trataremos en este artículo.

La nueva interpretación de estos datos está revelando que las famosas amazonas clásicas, hasta hoy consideradas fantasía e invención fueron una realidad incontestable en el mundo antiguo. Los relatos de Heródoto sobre una mítica raza de guerreras, las amazonas de las estepas en lo que es hoy Ucrania y el sur de Rusia, no fueron ningún mito, ahora son analizadas con mucha cautela. Los hallazgos en Voronezh (cerca del río Don, Rusia), y otros yacimientos en Ucrania, vienen a unirse a los del bajo Don y a los de la meseta de Ukok (cerca de Mongolia), para mostrar que existió desde Hungría hasta China una serie de culturas hermanas que compartían la devoción por los caballos en un modelo social donde la mujer gozaba de una mayor independencia. Este modelo chocaba frontalmente con la concepción de la cultura helena instalada en una sociedad dominada por los hombres. Los griegos no podían concebir que las mujeres también podían ser aguerridas, fuertes y valerosas, por ello, aunque apreciaban sus virtudes guerreras y seductoras, a la vez se las demonizaba porque amenazaban el orden social establecido, al no cumplir el rol que estaba asumido para una mujer.

De este modo, la imagen popular de las valientes, bellas y lozanas jinetes guerreras tenía su contrapunto en que las amazonas gozaban de una libertad y cualidades de mando molestas porque no casaban con el rol femenino de la cultura griega, su actitud era considerada salvaje, embrutecida, antifemenina, subversiva para la estabilidad de una comunidad de acuerdo con el ideal griego, lo que lleva ineluctablemente a construir toda suerte de rumores, relatos accesorios que reforzaban su barbarismo.

En las sepulturas se ha determinado que muchos esqueletos que se creían de hombres por el ajuar, han resultado ser de mujeres. Las afirmaciones de Diodoro acerca de las reinas amazonas que se enterraban en espléndidas tumbas ya es un hecho verificado por los arqueólogos, asombrados por los descubrimientos de opulentas tumbas femeninas dotadas de una rica panoplia de armas, armaduras y arreos de caballo. Es más, las mujeres exhiben cicatrices, heridas de combate en sus esqueletos idénticas a las de los varones, lo que ha reforzado el argumento de que eran genuinas guerreras. Las amazonas se enterraban exactamente igual dotándose de las mismas tumbas monumentales, sacrificios de caballos, ofrendas, ajuares y valiosos objetos. Éstas eran las mujeres con las que se encontraban los griegos en sus expediciones alrededor del Mar Negro. Las amazonas probablemente eran nómadas escitas que viajaban por el territorio al norte del Mar Negro, aproximadamente entre los Balcanes, al oeste, y el Cáucaso, al este. Ni se amputaban el pecho, ni eran lesbianas, ni mataban a sus hijos varones, ni eran vírgenes que odiaban a los hombres, no habían abandonado su feminidad, sencillamente eran parte de un pueblo famoso por ser mujeres fuertes y libres.


El origen del término Amazona no está muy claro. Entre las muchas teorías considero que la etimología de Amazona muy probablemente proviene de las sagas Nart (tradiciones orales sobre héroes y heroínas de antiguos territorios escitas, donde se mezclaban antiguos mitos indoeuropeos con relatos nómadas euroasiáticos). Estas sagas se tradujeron del circasiano, el abaza, el abjasio y el ubijé, todas lenguas propias del norte del Caúcaso, en la actual Rusia oriental, donde confluían abundantes grupos étnicos y linguïsticos en la Antigüedad. Una leyenda Nart nos habla de una mujer llamada AMEZÁN, mítica reina o líder de un grupo de guerreras cuyas descripciones guardaban coherencia con las jinetes amazonas descritas por los griegos, todo ello implica una procedencia caucásica para la voz del griego antiguo AMAZONA (saga 26, traducida por Colarusso 2002, 129-131). A la reina Amezán también se la conoce como Lady Nart Sana.

La consideración aceptada convencionalmente, en mi opinión errónea del término amazona que alude a "sin pecho", procede del s. V a.C. cuando Helánico de Lesbos (491-405 a.C.) ha forzado la conversión del sonido de esta palabra extranjera a una griega, alterando su significado real.

A veces sucedía que las similitudes fonéticas entre la palabra foránea y la raíz griega se prestaban o desembocaban en derivaciones léxicas engañosas o absurdas (esto sigue pasando milenios después, por ejemplo la traducción del inglés "table" mesa, al referirse a los caballeros de la tabla redonda por mesa redonda, pero aquí es muy sencillo localizar el fallo y básicamente no se corrompe el significado de una mesa que consta de una tabla, o tabla que sirve de mesa). En el caso que nos ocupa, 25 siglos atrás que se dice pronto, para salvar esta forzada integración de la palabra amazona se buscaron presuntas costumbres que encajasen al nuevo significado, explicaciones que destruían su feminidad. Este error degeneró en historias espantosas de multilaciones, o cauterizaciones como también imaginó Hipócrates (que seguramente llegaron a sus oídos de historias propias de África central donde sí existía una práctica de abrasamiento de senos, pero no se hacían en Eurasia, sin embargo estos paralelos servían o se prestaban a la confusión y alimentaban más esta hipótesis). Con Helánico "amazones" debía significar "sin pecho" o "ausencia de pecho" ("A-" sin; "MAZOS" se parecía a MASTOS, voz griega para pecho).

Una vez perpetrada la confusión, para hacer más creíble la etimología de Helánico se necesitaba una interpretación que explicase la desaparición de los pechos de las amazonas. Así surgieron después las escenas de mutilación en el imaginario colectivo hasta hoy, todo basado en un engañoso juego de palabras. Además se pretendía dar una imagen aberrante de la belleza amazona (agresiva y feroz), un salvajismo que representaba una inversión intolerable para el orden heleno establecido donde las mujeres no gozaban de libertad. Se difundió una versión deformada que la alejaba del ideal femenino predominante en la Grecia clásica. El propio Helánico las define como "amantes de hombres y asesinas de niños", son las que seducen y por lo general acaban trágicamente muertas por el héroe griego.

Por este y otros motivos, el significado original de amazonas, nada tenía que ver con la palabra griega deconstruida de unas lenguas foráneas, ni con los pechos. El propio Heródoto pródigo en anécdotas no hubiera dejado escapar semejante alusión a los pechos amputados, era coetáneo a Helánico, en sus descripciones sobre los escitas y amazonas nunca comentó nada sobre mutilaciones de pechos. La teoría del pecho es incluso rechazada siglos más tarde por otros autores como el erudito bizantino Juan Tzetses (110-1180 d.C) o el sofista Filóstrato el Ateniense (170-249 d.C).

Otro detalle importante es que estas guerreras utilizaban el arco compuesto, cuya maestría en el uso no se vería estorbado para nada por sus senos, porque su manejo no requiere proximidad al torso cuando se dispara. En todo caso, lo más lógico es que los pechos los llevaran sujetos con algún tipo de sujeción durante la marcha o el combate, sujetos por una prenda que sería algo similar a lo que los europeos conocieron cuando viajaron al Caúcaso, el "corsé circasiano", posiblemente heredero (precedente remoto) de una antiquísima prenda que antaño comprimía los pechos y que fue variando a lo largo de los siglos. De la lengua circasiana también se desprende que la palabra a-mez-a-ne significa "Madre del Bosque", nombre de la reina Amezán de las sagas Nart, término que le llegaría a Helánico y que por desconocimiento asumió por confusión un significado alterado del original.

En definitiva, a tenor de toda la información que se está recabando, frente a la creencia convencional, las amazonas empiezan a gozar de una considerable base histórica motivo por el cual no he utilizado la categoría "Mitología" en este artículo. Ya no resulta imposible ni extraño que los antiguos griegos se toparan con unas bravas amazonas que no rehuyeron el combate. Todo lo contrario, a diferencia de otros enemigos de Grecia, los artistas helenos nunca las representaron huyendo del peligro o pidiendo misericordia. En todos los relatos sobre amazonas se las admira y considera heroicas guerreras, igual que los mejores héroes masculinos. Lo más raro del testimonio sobre Talestris y Alejandro es que no acabó en tragedia como suele ser lo habitual. En la última ilustración, una pintura del siglo XIX de Johann Georg Platzer en la que recrea la llegada de Talestris al campamento de Alejandro.






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