El desastre de Varo y el destino de Europa. Arminio (I)

Esta es una historia que podemos calificar de tragedia épica que tuvo consecuencias de un enorme alcance histórico, pues de no haberse interrumpido tan dramáticamente el proceso romanizador en Germania se habría logrado la unificación de toda Europa hace dos milenios. En esa tesitura no se habrían dado las invasiones germanas que cuatro siglos después liquidaron la parte occidental del imperio, pues el imperio romano oriental pervivió hasta 1453, hasta el final de la Edad Media.

¿Qué habría supuesto? Entre otras cosas, Roma habría contado con una cantera de soldados cuya fuerza y arrojo habría sido imparable en nuevas conquistas. Si los romanos hubieran conservado el país entre el Rin y el Elba, las tribus del Mar del Norte más tarde conocidas como sajones habrían hablado en latín, así el idioma inglés nunca habría existido, ni el alemán, ni el francés, ni el español, y tantos otros, no se habría dado el desmenuzamiento de lenguas del mundo occidental, sino un derivado predominante de latín evolucionado, así como tampoco habrían existido el mosaico de países europeos que durante 14 siglos se enzarzaron en interminables guerras por la hegemonía y lo que supuso en los últimos siglos modernos para el mundo, guerras tales como la invasión napoleónica, o la aparición del III Reich.


Nuestro relato se inicia durante los primeros años del siglo I d.C. poco a poco se estaba logrando la integración de Germania en la órbita cultural y civilizadora romanas. Este episodio histórico que vamos a tratar fue una de las mayores catástrofes que sufrió Roma, y la causa primera de este descalabro fue principalmente la actitud déspota, angurrienta y negligente de la autoridad local designada, que creyó Germania una provincia más de la que podía abusar a su antojo sin consecuencias, echando por tierra el esfuerzo conquistador de competentes legiones y magníficos generales. El tinglado comercial que el gobernador romano había tejido perjudicaba seriamente las condiciones de los germanos, que esperaban también beneficiarse de los intercambios comerciales, pero las corruptelas y manejos de la máxima autoridad romana en estos territorios envenenaron más la situación.

Si valoremos esta imprudente actitud dentro de un territorio que todavía estaba en vías de romanización, que necesitó 4 campañas militares para lograr un precario equilibrio o entendimiento mínimo entre ambas fuerzas, es evidente que Roma recibió aquí su merecido, tal vez desmedido infortunio por tan tremendo golpe, que pagaron muchos por las malas acciones de unos pocos -justos por pecadores como suele decirse-. La lacerante autoridad local romana va a ser contestada por una inesperada y soterrada reacción, muy organizada y fulminante, que canalizó a una masa descontenta del pueblo germano. Estas tensiones y padecimientos germanos van a encontrar una salida en una figura épica, héroe libertador y al mismo tiempo abominable traidor, Arminio, de la tribu de los queruscos.


En la Alemania del siglo XIX tuvo lugar la construcción de un colosal monumento dedicado al héroe germano. En esta fotografía se puede apreciar muy bien la magnitud de la construcción, fue la estatua más alta de Europa, se realizó entre los años 1838 y 1875, alcanza los 53 metros de altura, sólo la espada mide 7 metros, erigida sobre un pedestal de 30 metros. La fascinación por Arminio fue enorme en Alemania, existieron previamente otros proyectos aún más grandes que se remontan a la mitad del siglo XVII.

Este impresionante memorial conocido como Hermannsdenkmal (Monumento a Hermann) se levantó en lo alto de la colina de Grotenburg (de unos 385 metros de altitud), a 35 kilómetros al sudoeste de Detmold, al N. de Renania, en la parte sur del bosque de Teutoburgo, donde se pensaba que tuvo lugar la famosa batalla. En el siglo XIX el nacionalismo alemán había concedido a Arminio el nombre de Hermann, que significa “hombre de guerra” o “de armas”. Arminio era un nombre romano, se desconoce cuál era el nombre original de este régulo germano. El autor de esta arquitectónica estatua fue Erns von Bandel, cuyo proyecto tomó buena parte de vida, su dedicación a esta colosal obra casi le arruina. La admiración por el héroe germano no tenia límites, hubo otros proyectos más ambiciosos como el de Karl Friedrich Schinkel, que en 1813 también proyectó un titánico monumento de Hermann que era varias veces más grande que la finalmente ejecutó Bandel.

Los germanos fueron básicamente pastores nómadas, muy belicosos e irascibles. Cayo Cornelio Tácito (55-120 d.C.) los describe del siguiente modo: “Yo soy de la opinión de los que entienden que los germanos nunca se juntaron de casamiento con otras naciones, y que así se han conservado puros y sencillos, sin parecerse sino a sí mismos. De donde procede que un número tan grande de gente tienen casi todos la misma disposición y talle, los ojos azules y fieros, los cabellos rubios, los cuerpos grandes, y fuertes solamente para el primer ímpetu. No tienen el mismo sufrimiento en el trabajo y obra de él, no soportan el calor y la sed, pero llevan bien el hambre y el frío, como acostumbrados a la aspereza e inclemencia de tal suelo y cielo. La tierra, aunque hay diferencia en algunas partes, es universalmente sombría por los bosques, y fea y manchada por las lagunas que tiene” (La Germania. De las costumbres, sitios y pueblos de Germania, IV.)

Ciertamente se ha considerado al líder germano como el unificador de Alemania. De hecho, la espada del monumento tiene la siguiente inscripción “Deutschlands Einigkeit meine Stärke - meine Stärke Deutschlands Macht” (La unidad alemana, mi fuerza - mi fuerza, el poder de Alemania). Esta pretensión nacionalista es exagerada y equívoca pues hace 2000 años Germania aún no era un país o pueblo unificado, ni sus moradores se referían comúnmente como alemanes, estaban siempre luchando entre sí. Por otra parte hay que aclarar también que las más de 50 tribus que habitaban el país germano no fueron los exclusivos antepasados de los alemanes, sino que también lo fueron de otras muchas naciones europeas. Bajo estas líneas un detalle del Hermannsdenkmal que simboliza la victoria sobre los romanos aludiendo al águila de las legiones aplastadas bajo el pie de Arminio.


Es cierto que Arminio sí tiene el mérito de haber logrado crear una feliz y eficaz coalición contra Roma, y decimos eficaz porque de las más de 50 tribus, sólo pudo persuadir a 5 de ellas, por lo que realmente no puede decirse que unió a todas las tribus germanas como erróneamente se piensa. Pero fue suficiente para propinar devastador castigo, sólo cuando llegó la noticia de que los romanos huían acorralados y perseguidos, entonces sí, se sumaron otras tribus para acabar con los romanos, y participar en el expolio de las tropas.

Tácito consideró a Arminio el libertador de Germania. Sin embargo, en su propia tierra, para mayor decepción, la victoria de Arminio no fue percibida positivamente por los suyos. Más bien fue al contrario, fue mal recibido y criticado por irresponsable, por provocar una guerra contra el imperio, con todo los riesgos y sufrimientos que ello conllevaba. Había traído la desgracia a todas las tribus. El régulo querusco será víctima de su propia gente, de su propia gloria y de su amor con la bella Thusnelda, la hija de un celoso jefe germano que no soportaba a Arminio, del que tendrán que escapar para poder dar vida un romance que tuvo como fruto un hijo. Desafortunadamente, ninguno de los tres acabaron sus días como hubieran querido como ya podremos comprobar en la siguiente publicación que dará conclusión a este monográfico. Empecemos haciendo una breve reconstrucción contemporánea de los limes en los que la influencia de la civilización romana se extendía. Una de las virtudes del éxito de la conquista romana no sólo era su formidable fuerza militar sino también la capacidad de asimilar a las élites extranjeras dentro de su esfera cultural.

Las fronteras de Roma en el cambio de Era.

Hace dos milenios, el poder romano recayó en la figura de Gaius Octavius Thurinus, más conocido como Octavio Augusto o Cayo Julio Cesar Octavio (63 a.C.-14 d.C), en los últimos años antes del cambio a la Era Cristiana, Augusto había estado muy ocupado sofocando rebeliones, sediciones, motines y una serie de conspiraciones e intrigas de todos los colores.


Fueron 13 años de guerras civiles, en la última de éstas habían sido derrotados Cleopatra y Marco Antonio, ganando Roma una nueva provincia en el norte de África: Egipto (batalla de Actium 31 a.C.). El imperio romano era muy poderoso, en tiempos de Augusto gobernaba sobre casi 57 millones de habitantes según el historiador demográfico John D. Durand, contaba con una decena de flotas y 28 legiones para defender todas las fronteras que no eran pocas. En el siguiente mapa, la extensión del imperio en época de Augusto abarcaba todos los territorios sombreados en azul, verde, rosa y amarillo, excepto los coloreados en ámbar que fueron incorporaciones posteriores.


En Hispania se acometía la fase final de conquista, los valerosos cántabros y astures, terminaron siendo brutalmente aniquilados (guerras astur-cántabras 26-19 a.C.)

En el Norte se hallaba el reino de Tracia, que acaba siendo aliado de Roma, sus príncipes repelían frecuentes ataques de las tribus del Danubio, este reino tracio sería más tarde convertido en la provincia de Moesia. La rebelión de dálmatas y panonios (vasto territorio de Iliria entre el Adriático y Danubio) debida a una apresurada ocupación unido a las cargas impositivas tardó cuatro años en sofocarse, esto dio lugar al nacimiento de las provincias de Dalmacia y Panonia. Vemos que una y otra vez se repite el mismo proceso, que provoca todo levantamiento de manual: el cobro de impuestos de un territorio bajo la órbita del imperio, potencia o grupo dominador de turno.

Al otro lado del Canal de la Mancha, estaban los britanos que Julio César no había logrado someter. Augusto no se verá tentado de acometer tal empresa más allá de un acuerdo amistoso de soberanía romana nominal.

En el frente oriental se hallaba el imperio parto, sin duda la potencia más peligrosa para Roma que aspiraba a restaurar el imperio aqueménida, eran iranios pero se habían extendido hasta la otra orilla del Eúfrates, enfrentados a los romanos por la ocupación de Siria. Calamitosa fue la ambición de Craso que intentó invadir a los partos pereciendo con casi todo su ejército (batalla de Carras o Carrhae, 53 a.C. cayeron cerca de 20.000 romanos). En estos limes contaba Roma con la provincia de Siria (principal eje de la defensa de la frontera oriental), los reinos de Judea y Commagene, y pequeños reinos árabes como Palmira, Abila, Emesa, Iturea. La rica provincia de Asia estaba jalonada de muchos estados dependientes como Licia, Cilicia, Paflagonia, Galatia, éste último fue convertido en provincia en el 25 a.C. Parte del pequeño reino de Armenia también caerá bajo influjo romano. Muchos de estos reinos funcionaron como estados-tapón (Capadocia, Ponto…) frente a los reinos de Partia.

En el sector central del imperio la situación era inestable por la presencia de tribus libres y belicosas. Intervenir en la frontera occidental de los Alpes era más acuciante por la inseguridad y necesidad de comunicaciones entre Italia y el resto del imperio, así esta franja costera se configuró como provincia (Alpes maritimae). Entretanto, en los Alpes centrales y orientales las tribus serán también reducidas, naciendo las provincias de Raetia y Nórico. Y siguiendo el Rin se hallaban las belicosas tribus germanas que nos interesan...

“Bien es verdad que los que viven en nuestras fronteras, a causa del comercio, estiman el oro y la plata, y conocen y escogen algunas monedas de las nuestras; pero los que habitan la tierra adentro tratan más sencillamente, y a la costumbre antigua, trocando unas cosas por otras. Prefieren la moneda antigua y conocida, como son serratos y bigatos, y se inclinan más a la plata que al oro, no por afición particular que la tengan, sino porque el número de las monedas de plata es más acomodado para comprar menudencias y cosas usuales.”
(La Germania. De las costumbres, sitios y pueblos de Germania, V. TÁCITO.)

GERMANIA MAGNA. Origen de la presencia romana.

En tiempos de Augusto el Rin nunca fue considerado frontera estable, así que era prioritario asegurar la defensa de las Galias y poner fin a las incursiones de rapiña que realizaban los germanos y que perjudicaban seriamente al comercio. En una de estas incursiones se produjo la más vergonzosa derrota del gobernador de la Galia Bélgica, Marco Lolio, que perdió la legión V Alaudae a manos de tres tribus germanas invasoras (sugambros, usípetes y tencteros) que incluso les arrebataron el águila de la legión, “siendo esta derrota más vergonzosa que irreparable” comentaba Suetonio en su Vida de los Doce Césares. Tras este humillante golpe, entre los años 12 a.C al 5 d.C. se decidió cruzar el Rin, para ello fueron necesarios mucho esfuerzo, sangre y recursos. Fueron necesarias 10 legiones y cuatro campañas para desplazar la frontera del Rin hasta el Elba. La resistencia feroz de los germanos fue admirable pero desorganizada. En estas acciones de conquista sobresalieron bravos generales como Nerón Claudio Druso o Druso el Mayor (38-9 a.C. hermano del futuro emperador Tiberio), fue el primer romano que navegó el Mar del Norte (mandó excavar los canales llamados de Druso o Fossa Drusiana, para llevar una flota del Rin hasta este mar). Todas estas campañas sirvieron para que los jefes germanos tomaran conciencia que atacar provincias romanas tenía fatales consecuencias, así las tribus decidieron que sería mejor establecer pactos que permitieran una cierta convivencia gozando de los beneficios del mercadeo.


Este nuevo espacio fue llamado Germania Magna, para distinguirse de las áreas más occidentales del Rin ocupadas por tribus alemanas (Germania Inferior o Secunda, en el norte, y Germania Superior, o Prima, en el sur). No era una provincia real, el poder romano en esta región era aparente y dependía de un precario equilibrio entre conquistadores y conquistados, estos dominios eran complicados y requerían políticas delicadas, políticas que obviamente no se dieron.

Se quiso pisar el acelerador de la romanización y Roma se estrelló. Como hemos mencionado, la transformación de Germania en provincia estaba en proceso, salvando alguna revuelta como la de los marcomanos de Marbod en Bohemia, Germania estaba en camino de romanizarse y formar parte como muchos otros pueblos de la cultura civilizadora común que unificaba toda Europa.

Sólo una terrible conjura hizo saltar en pedazos una integración que podía haber beneficiado a ambos mundos. Como bien sentencia el conocido historiador y escritor Manfredi autor del libro Teutoburgo “Roma perdió Germania, y Germania perdió a Roma”.

Arminio (16 a.C.-21 d.C.) de la tribu de los queruscos.

La figura histórica de Arminio posee una trayectoria muy interesante y compleja por su implicación honesta con la civilización romana hasta que decide alzarse por los suyos que a su vez le veían como un agente colaboracionista. Era hijo de Segimero, filoromano jefe de uno de los clanes queruscos (una tribu que habitaba cerca de la actual Hannover, en Westfalia, Alemania). Había servido como auxiliar participando en diferentes campañas romanas. Sobre su hijo, Arminio, podía decirse lo mismo, educado en la misma Roma, fue entrenado como un comandante militar y obtuvo la ciudadanía y nobleza romanas por sus buenas referencias a raíz de sus acciones en la campaña de Panonia.


En Estados Unidos, emigrantes alemanes erigieron en 1897 otra estatua “Hermann Heights Monument“ similar a la de Teutoburgo, en la ciudad de New Ulm, estado de Minessota. El casco alado es una licencia artística tomada de época renacentista.

Contando unos 20 años de edad Arminio ya dirigía un destacamento de queruscos como tropa auxiliar romana en los Balcanes (Panonia). Era una costumbre muy normal que los hijos de jefes aliados fueran llevados a Roma para que fueran educados e instruidos para luego entrar al servicio del ejército culminando su integración en el imperio.



Basta este panorama para comprender la implicación que este personaje lucía como honesto y comprometido aliado de Roma, que lo había acogido y formado como un hijo, fue nombrado ciudadano, gozaba de cierto prestigio y reconocimiento, por eso la felonía que se avecinaba era impensable. ¿Cómo se llegó a esta situación?

Llegó el día en que Arminio regresó a su tierra, al norte de Germania alrededor del 8 d. C., y quedó confiado a Publio Quintilio Varo, descendiente de una de las más antiguas y distinguidas familias patricias de Roma…

Publio Quintilio Varo (46 a.C.–9 d.C.)

Sabemos que era hijo de Sexto Quintillo Varo, partidario de los Cesaricidas, se quitó la vida tras la derrota de la batalla de Filipos, que tuvo lugar en 42 a.C. En cambio, su hijo, Publio Quintillo Varo, en otra guerra civil sí se ganó el favor de Octavio (Augusto) al unir fuerzas contra Marco Antonio. Posteriormente Varo casaría con la nieta de Augusto, Vipsania Marcela (hija del general Marco Vipsanio Agripa). Así que de partida, podemos comprobar que Publio Cornelio Varo gozaba de la confianza y amistad de Augusto.


La trayectoria de Varo desde entonces alcanza popularidad al ser nombrado cónsul desde el año 13 a.C. Entre el 8-7 a.C. fue procónsul en la provincia de África. Como legado imperial en Siria del 6-4 a.C. tuvo que sofocar una sublevación judía que estalló a la muerte del despiadado rey edomita (no era judío) Herodes el Grande (73-4 a.C.), el mismo que había sitiado durante 5 meses Jerusalén para hacerse con el poder apoyado por Roma y que asesina a 45 miembros del Sanedrín, no sería extraño que fuera el responsable de la famosa matanza de los inocentes, también asesinó a su esposa y a varios de sus hijos, incluido su primogénito. Por otra parte a Herodes el Grande se le dio bien limpiar el territorio de bandidos y la construcción (gimnasio, teatro, la fortaleza de Masada, el Templo de Herodes...) explotando con altos impuestos al pueblo. En fin, para sofocar esta revuelta por la muerte de Herodes, Varo supo combinar cualidades diplomáticas y contundentes represalias, crucificando a 2000 sublevados (lestai, "delincuentes" según Roma). De su paso por Judea Quintilio Varo adquirió una enorme fortuna personal paralela a su popularidad que dejó testimonios del tipo “llegó pobre a una provincia rica y salió rico dejando una provincia pobre” según nos relata Veleyo Patérculo (19 a.C-31 d.C), un autor importante por ser primer testimonio de los sucesos de Teutoburgo y por aportar algunos detalles sobre Arminio. De vuelta a Roma, Quintilio Varo bien cargado de riquezas, disfrutaría desahogadamente de su fortuna sin ocupar ningún cargo destacable. A la muerte de su esposa Vipsania Marcela (nieta de la hermana de Octavio Augusto), casó con otra nieta de Augusto, Claudia Pulchra (14 a.C.-26 d.C), se mantenía la buena sintonía con el emperador. Llega el momento en que será llamado para instalarse en Germania.

Varo llega a Germania en el año 6 d.C. su trabajo consiste en mantener el orden y proseguir una política de conciliación que busca la integración de las élites en la órbita romana. Contaba para ello con 3 legiones en el Bajo Rin y otras 2 en el Alto Rin, éstas dos últimas estaban al mando de su sobrino, Lucio Nonio Asprena. Aunque se llevaba a cabo una política de romanización pacífica, la presencia militar romana tenia que hacerse notar también, y es por esto que durante las estaciones cálidas Varo se desplaza con sus 3 legiones desde el Rin hasta el corazón de Germania Magna amparados por alguna tribu aliada como los queruscos o los marsos. Los romanos entonces se afanaban en tareas de construcción de todo tipo para habilitar campos de cultivo, asentamientos, puentes, caminos, etc. Y cuando se acercaba el invierno regresaban al otro lado del Rin, dejando pequeños destacamentos a cargo de fuertes (castella drusiana) que fueron levantados durante las conquistas de Druso y Tiberio.

“…Los bárbaros se estaban adaptando a los caminos romanos, se estaban acostumbrando a mantener los mercados y participaban en reuniones pacíficas. Sin embargo, no habían olvidado sus hábitos ancestrales, sus modales nativos, su antigua vida de independencia o el poder derivado de las armas.”
Fragmento 56.18.2. Historia romana. DION CASIO.

Así transcurrían los años y nada parecía ir mal, más bien se daba un equilibrio de fuerzas en donde los germanos parecían fascinados con algunos aspectos civilizadores de Roma como imperio generador.


Reconstrucción de una casa querusca típica de los poblados germanos. En contraste con las formidables construcciones que vieron los germanos educados en Roma era cierto que muchos admirasen la grandeza y magnificencia de esta civilización, sopesando los beneficios de una colaboración.

No se registró ninguna rebelión en los primeros 3 años de mandato de Varo en Germania por lo que la Pax Romana de Augusto seguía su curso. Esta situación generó tal vez un exceso de confianza que llevó al gobernador tomarse su cometido con más laxitud pensando más en su provecho personal. Conociendo sus precedentes depredadores en la administración como la inercia general de autoridades déspotas, la tentación por tejer un tinglado para enriquecerse a costa de los germanos no podría evitarse, y le va a llevar al desastre, que será universalmente conocido como el “Desastre de Varo”.

"se había habituado al ocio del campamento que al servicio de la guerra".../..."llegó a considerarse a si mismo como un pretor urbano que administraba justicia en el Foro y no como un general al mando de un ejército en el corazón de Germania”
Historia romana. II, CXVIII. VELEYO PATÉRCULO.

En este contexto entra a su servicio Arminio, recomendado por sus méritos en la guerra de Panonia a las órdenes de nada menos que Tiberio, el reputado querusco es nombrado ciudadano romano y con rango de clase ecuestre. La razón por la cual Augusto ordena a Arminio apoyar a Varo fue para asesorarle en temas tácticos, como natural conocía a sus paisanos y su proceder en la guerra, además sería indispensable para la integración de más élites locales al servicio de Roma. Si bien al principio la relación entre ambos fue muy amistosa, formó parte del círculo de consejeros junto a otros como Segimero (de la tribu de los catos), o Segestes (suegro de Arminio) compartían incluso mesa en las cenas. El alejamiento de Arminio se va a producir ineluctablemente cuando comprueba una ola de abusos y discriminación hacia los suyos que condujeron a una situación de desigualdad inaceptable.

”… mientras estaban desaprendiendo estas costumbres gradualmente y por cierto, como se puede decir, bajo una observación cuidadosa, no se vieron perturbados por el cambio en su estilo de vida y se fueron haciendo diferentes sin saberlo. Pero cuando Quinctilio Varus se convirtió en gobernador de la provincia de Germania, y en el desempeño de sus funciones oficiales estaba administrando los asuntos de estos pueblos también, se esforzó por cambiarlos más rápidamente. Además de darles órdenes como si fueran en realidad esclavos de los romanos, él exigía el dinero como lo haría con las naciones sometidas. Fragmento 56.18.3. Historia romana. DION CASIO.

Sólo faltaba poner a prueba el orgulloso carácter germano con semejante torpeza prepotente ante un pueblo valiente amante de proezas de guerra y ansias de libertad, y Varo les dio motivos para rebelarse, arruinando una futura incorporación y desarrollo de Germania como provincia imperial. Los impuestos o trabas comerciales debieron ser tan perjudiciales que los germanos tenían que estallar de alguna forma, y lo hicieron, de la peor manera posible, una sublevación fríamente planificada y brillantemente ejecutada.

En esta guisa el reputado caballero querusco ciudadano romano se encuentra un panorama de abusos y corrupción detestables. La situación está muy deteriorada, hasta aquí hemos llegado amigo Varo. El preocupado Arminio no puede tolerar tan tamaña afrenta y es entonces cuando todo cambia y se revuelve para apoyar a su pueblo. Roma ya no es bien vista, actúa de manera depredadora y se ha convertido en un pesado yugo para sus paisanos. En esta tesitura se entiende que en los germanos crezca el deseo de expulsar a los romanos, se descompensa lo que podía ofrecer si se actúa de una manera déspota y soberbia. Con gran astucia el régulo germano empieza a conspirar, conocedor de las tácticas y costumbres romanas empieza a maquinar un plan maquiavélico, sabe cuáles son sus fuertes y sus vulnerabilidades, al mismo tiempo empieza a reclutar en secreto un temible ejército que sellará el destino de este territorio y de Europa para siempre.

Y fue una pena, porque autores como Dion Casio o Tácito explicaban en sus textos que los jóvenes germanos que habían conocido el mundo romano empezaban a estar fascinados con las ventajas de la civilización, pero pesaban aún los rescoldos de odio frente al invasor que ocupaba sus tierras y esta llama podía avivarse fácilmente. Truncado estaba ya el sueño de Germania para ser una provincia romana más. Habría sido más eficaz enviar un experimentado militar honesto y razonable que velara por la salud de la convivencia, de los intereses comerciales e intercambio de ideas, que a un obtuso legado que apretó demasiado las tuercas. Augusto creyó que Varo era mejor opción para no soliviantar la suspicacias germanas, fue un tremendísimo error, que nunca pudo perdonarse. La causa primera del levantamiento como describe más arriba Dion Casio fue presionar la romanización de los germanos más rápidamente con abuso y torpeza en el ejercicio de poder.

Las fuerzas en marcha

No sabemos con exactitud cuántos guerreros puedo reunir el régulo querusco, al principio se le unieron pocas tribus, la mayor parte de jefes germanos no deseaban excitar al gigante romano, porque sabían que toda acción podría tener una respuesta indeseable que pondría en grave peligro a las comunidades. En cambio, el grueso de los queruscos sí cerró filas en torno a su líder. Sólo pudo obtener el apoyo de 5 tribus de las más de 50 que habitaban la Germania Magna. Con todo, el caudillo teutónico pudo reunir un contingente que rondaría los 20.000 o poco más, suficiente para ejecutar sus planes y plantar cara a las fuerzas romanas. Sin embargo, la principal arma que guardaba el líder teutón era el factor sorpresa que se sustanció en una emboscada urdida y planificada al detalle con implacable frialdad, demostrada por la capacidad de engañar a todos los romanos del alto mando, que sinceramente confiaban en el valor y criterio de Arminio.


Por su parte, Varo contaba con 3 legiones XVII, XIIX -así representaban el ordinal XVIII-, y XIX que se traducían en una fuerza de 15.000 soldados, apoyadas por 3 divisiones de caballería, y 6 cohortes de infantería, además de las tropas auxiliares. En total Varo contaba con 18.000 combatientes, que se desplazarían con todos los pertrechos, maquinaria y provisiones que forman parte de la impedimenta de un ejército, con sus carromatos y cientos de mulas. Junto a todos ellos había que añadir familias, comerciantes, sirvientes, prostitutas, y compañeras sentimentales que podían convertirse en esposas cuando el legionario era licenciado, pues durante este servicio no se le permitía contraer matrimonio (y si ya estaba casado al alistarse era anulado), aunque sí podía tener relaciones afectivas. En suma, la expedición vendría a tener un total de 25.000 almas entre militares y civiles. La columna romana rondaría los 15-20 km de longitud, con tan larga hilera se daba la peculiaridad que cuando los últimos partían de un campamento la vanguardia estaría preparando un campamento nuevo. Con lo que no contaba Varo es que sería víctima de una gran fuerza reunida clandestinamente, preparada y posicionada en terreno amigo, exquisitamente escogido y preparado tácticamente con detalle, y que sería traicionado por sus propios y muy apreciados aliados germanos.


Varo en la boca del lobo.

Era el otoño del año 9 d.C. y el ejército romano buscaba un campamento donde resguardarse en Xanten para pasar el invierno, en el valle del Lippe. Según van marchando hacia el oeste se dejaban destacamentos en los diferentes fuertes que jalonaban los territorios de las tribus aliadas hasta su regreso en primavera, con lo que unos 3000 efectivos quedarían diseminados como guarniciones. Casi todos van siendo eliminados a traición por Arminio al mando de tropas auxiliares. Ignorando todo esto, el resto del ejército y compañía será dirigido a una emboscada de dimensiones catastróficas, donde los soldados romanos serán cogidos desprevenidos y aniquilados con sus niños, mujeres, ancianos, todos fueron de cabeza al matadero.

La fatalidad toma cuerpo con la noticia de un levantamiento al norte de Germania, se acusa a los angrivarios, pero es una treta más del plan de Arminio. Lo más sensato, piensa Varo, es dirigirse de inmediato para sofocar cuanto antes la revuelta, evitar que se extienda es el natural proceder. En esta tesitura obviamente para llegar antes al territorio angrivario el ladino Arminio recomienda tomar un atajo que consiste en atravesar la selva de Teutoburgo.

Segestes, otro jefe querusco, también ciudadano romano, pero de un clan rival, no se fía nada de Arminio y cuestiona la toma de este atajo. Previene una vez más a Varo de una trampa inminente. No era la primera vez, la noche antes de partir durante el banquete, ya había advertido a Varo de la traición que se avecinaba. Pero ya no hay vuelta atrás, Varo desoyó su consejo, confía más en la palabra de Arminio, no espera ni por asomo la traición. Piensa que Segestes guarda rencor a Arminio por haberse casado con su hija, Thusnelda, sin su consentimiento. Es tanta la confianza del ingenuo Varo, que encarga Arminio enviar patrullas para explorar posibles peligros y emboscadas para asegurar el camino...

“Por consiguiente, (Varo) se mostró confiado y, como no esperaba daño, no sólo se negó a creer a todos los que sospechaban lo que estaba sucediendo y le aconsejaban que estuviera en guardia, sino que los reprendió por estar innecesariamente alterados y por calumniar a sus amigos.” 56.19.3. Historia romana. DION CASIO.

Publio Quintilio Varo permite ir a Arminio por delante de la columna, en teoría para reunir a sus guerreros y reforzar las fuerzas romanas. Nada más lejos de la realidad. Evidentemente en esta marcha las tropas auxiliares de Arminio y demás jefes conspiradores vuelven a sus tierras respectivas con la excusa de que van a volver con refuerzos para ayudar a los romanos (…a morir). Hecho esto, lo primero que hacen las desleales tropas auxiliares cuando llegan a sus tierras es asesinar a traición las guarniciones que les abren sus puertas. Una vez eliminados estos destacamentos todas las fuerzas germanas se acantonan en el denominado por las fuentes “Salto de Teutoburgo”, popularmente Bosque de Teutoburgo. En la segunda parte trataremos de concretar dónde estaba exactamente este lugar, cuestión todavía hoy no del todo aclarada.


El atajo en cuestión suponía atravesar una zona inhóspita de bosque espeso, pantanoso, terreno impracticable surcado de arroyos, densos matorrales que los zapadores de vanguardia tenían que ir segando a destajo para no retrasar una marcha ya de por sí tortuosa. Imaginar una columna humana de unos 20km penetrando en un terreno accidentado, frondoso y cenagoso donde apenas hay un sendero decente para transitar, donde la tempestad hace acto de presencia, castigados por terribles tormentas (“horribile caelum” escribe Tácito), donde el viento, la lluvia no cesan, favoreciendo la concentración inadvertida de teutones a lo largo del paso romano. Con furia caían los truenos, como un mal augurio de lo que estaba a punto de suceder…

Los conspiradores sonríen. La soga ya ha sido ajustada. La emboscada del régulo querusco había resultado, varios miles de germanos llevaban semanas en silencio preparándose, tomando posiciones, con todo un arsenal de arcos, flechas, jabalinas que fueron acumulando... Anidaban en cualquier hueco que ofrecía el paisaje tras las rocas, se ocultaban en los árboles, o aguardaban camuflados en sacos de arpilleras, esperando este momento. Troncos de árboles estaban preparados para ser lanzados sobre las cabezas de sus enemigos, habían sido serrados esperando a ser derribados para causar el mayor desconcierto en las filas legionarias, en alguno sitios incluso se habían construido empalizadas para dificultar el paso.

Estaba todo bien planeado y era fundamental impedir una organizada resistencia, aislando al enemigo en pequeños grupos, dividido para ser vencidos más fácilmente, tal y como sucedió. Seccionado por todas partes el convoy, sería aún mayor la eficacia de la acometida bárbara. Imposible organizarse entre carromatos, mulas de carga, grupos de civiles, habría puntos en la interminable columna romana donde la irrupción germana sería aplastante numéricamente. Arminio lo sabía todo de las legiones y esos conocimientos militares unidos a su perfidia para engañar a los propios mandos le dieron una superioridad incontestable a la hora de plasmar en el terreno toda su devastadora estrategia. Lo que se avecinaba sólo podía ser intuido por los más cautelosos legionarios, ajenos a la terrible magnitud de la traición que estaba a punto de suceder. Continuará...







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