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2 La cualidad de un saber unificado

   Según han observado algunos autores, la fragmentación del conocimiento ha sumido en un caos a las Humanidades y a las Ciencias en las últimas décadas. El surgimiento de numerosas ramas del saber con divisiones y subdivisiones han enredado y alejado el verdadero conocimiento de la sociedad generando confusión e inseguridad. Por otro lado, la excesiva especialización provoca en muchos casos que el experto haga de su disciplina un sayo y se vayan creando parcelas de estudio elitistas, cada vez más restringidas y aisladas unas de otras. Por supuesto, en ocasiones hay colaboración y las investigaciones interdisciplinarias dan frutos, algunos avances y… nuevas disciplinas que se vuelven a especializar y separar.

   Esta atomización o taifas del saber se han hecho progresivamente ininteligibles para la mayoría de la población, incluso entre los propios investigadores, en ocasiones desconocen totalmente el campo del otro, un físico puede no saber qué es un gen, o un médico sabe poco o nada de nutrición. El resultado general es que aumenta la distancia y la incomunicación entre los propios investigadores y el abismo es mayor con el ciudadano por la excesiva sofisticación del lenguaje, los particulares modos de análisis, y las propias normas de validación. A ello sumamos la pobre divulgación, unas veces simplista y equívoca, otras densa y compleja para hacer comprensible el valor del descubrimiento, su significado y una posible aplicación práctica en beneficio del conjunto.

   Desde hace mucho tiempo, hubo eruditos que señalaron la importancia de unificar el conocimiento bajo unos patrones comunes o leyes naturales. Algunos incluso tuvieron cierta intuición para considerar que un mayor conocimiento podía acarrear consecuencias que podían perturbar el orden establecido. Bajo el ideal de buscar un saber unificado que permitiese descubrir las leyes naturales que rigen el Universo el físico e historiador Gerald Holton acuñó la expresión "Hechizo jónico" para referirse al arduo labor intelectual de los antiguos filósofos griegos al tratar de discernir estas leyes. En pocas palabras el Hechizo Jónico no es más que la creencia en que las leyes naturales pueden ser halladas y entendidas.



Según la tradición griega, el primero en emprender esta búsqueda fue un jonio que vivió en el siglo VI a.C, Tales de Mileto (imagen superior), que probablemente fue también el primero en desenterrar el olvidado conocimiento babilónico y llevarlo a la Hélade. Más tarde Aristóteles en el siglo IV a.C. reconocía a Tales de Mileto como fundador de las ciencias físicas. Aristóteles será quien siente los primeros pilares de la lógica sistemática, realizó el primer compendio de reglas para un razonamiento riguroso.

Desde entonces, esta nueva forma de estudiar el Universo fue denominado por los griegos PHILOSOPHIA (filosofía), voz que significa "amor al conocimiento" o "voluntad de saber", abarcaba todo tipo de sabiduría.


   Muchos han sido los sabios que han sido atraídos por el "Hechizo Jónico", podríamos citar algunos de ellos brevemente, aunque merecen sendos monográficos porque su genio y deseo de conocimiento fue extraordinario.

   Uno de estos grandes sabios fue sin duda San Alberto Magno, vivió en el siglo XIII, maestro de Santo Tomás de Aquino, destacó por investigar las causas que operan en la naturaleza, en propias palabras del dominico "el experimento era la única guía segura en tales investigaciones". Sus trabajos y aportaciones contribuyeron al desarrollo de la ciencia en todas las ramas del saber de la época. Coetáneo a éste fue el sabio fraile inglés Roger Bacon, precursor del método científico moderno. Su interés se dirigió desde el primer momento hacia la ciencia experimental, se propuso como objetivo llevar a cabo un estudio enciclopédico y crítico de todas las ramas del saber.


   Entre los siglos XVI-XVII vivió otro personaje, que fue un verdadero genio que llegó a dominar todo el campo de la ciencia, Francis Bacon (imagen superior), considerado el fundador de la filosofía de la Ciencia, concibió un conocimiento disciplinado y unificado como la clave para la mejora de la condición humana. Otro hito significó René Descartes (1596-1650), fundador de la geometría algebraica y la filosofía moderna, sentó las bases de la creencia en la unidad del saber que iba a influir profundamente en el pensamiento de la Ilustración. Y por supuesto, Isaac Newton (1642-1727) que simbolizó la plasmación del reduccionismo cartesiano en la gestión de la ciencia, sus formulaciones matemáticas permitieron el primer gran avance de la ciencia moderna. Para Newton el universo no sólo era ordenado sino también inteligible.

   Y desde Newton es cuando la complejidad de la ciencia y las Humanidades se intensificó con las décadas. Realmente hasta finales del siglo XVIII todavía una persona podía dominar todos los campos del conocimiento científico. Llegó un momento en que fue imperativo limitarse a una parte o sección del saber, si se quería penetrar más intensamente en ese conocimiento concreto.

   Así se impuso la especialidad de la Ciencia y todo fue creciendo, intensificando y dividiendo cada vez más. La divulgación de los trabajos cada vez fue más sofisticada e incomprensible para los profanos, pues los investigadores tendieron más a la utilización de léxicos que sólo entienden ellos. Esto supone un grave obstáculo para la ciencia y una pérdida de contacto progresiva hasta la escisión con el mundo no científico.

   La consecuencia es que este alejamiento favorece esa imagen de los científicos como un reducido grupo de elegidos, más temidos (cuestionados) que admirados (útiles pero al servicio de otros propósitos), esto ha llevado a una buena parte de la sociedad a rechazar y apartarse del camino científico. Lo cierto, es que desde la industrialización nuestra sociedad es consciente de los indeseables efectos secundarios del éxito evidente de la ciencia; efectos secundarios por decirlo suavemente, en realidad son catastróficas las consecuencias: nuevas enfermedades proliferan, las epidemias del cáncer y las cardiovasculares están descontroladas, la cronificación de otras muchas que antes no lo eran, se incrementan las degenerativas, crece la infertilidad, en suma constituyen el más estrepitoso fracaso de la medicina "moderna", unido a la destrucción de innumerables especies del mundo animal y vegetal, desastre medioambiental que es directa e indirectamente provocado por el envenenamiento del aire, agua y tierra, efectos imparables para sostener lo insostenible, una demanda de materia primas y de energía que están vaciando y destruyendo la corteza terrestre. Para resolver este gravísimo problema global las soluciones pasan por un cambio de actitud, una nueva mentalidad, que va más allá de la ciencia, afecta al sistema de valores que otorga un conocimiento inherente a las ramas del saber más humanistas.

"...los científicos también porfían para procurar resultados a corto plazo, no tienen en cuenta más que sus objetivos particulares y se desinteresan por completo de los efectos que puedan producir sus hallazgos en todo el mundo. Yo creo que los científicos son responsables de muchas de las cosas perniciosas que agobian, hoy día, a la Humanidad."

EDWARD GOLDSMITH   


   Todo esto es fácilmente atribuible a la Ciencia, a los científicos y tecnócratas, por no entender o carecer de una visión de conjunto, de considerar que su parcela de saber es más importante que la de los demás, y subestimar el hecho que cualquier conocimiento puede crear problemas y no es ignorándolos como se resuelven.


   Así es menester que la ciencia no sea percibida como un misterio por los no científicos, se debe eliminar el gran abismo entre ambos, mediante mecanismos sencillos de apertura y convergencia, en lugar de la cerrazón y la dispersión. En este sentido el profesor Edward O. Wilson, pionero de la sociobiología, acuña el término "consilience", defiende que se puede y debe superar la división entre las ciencias y las humanidades, considera que una sociedad guiada únicamente por la ciencia corre el riesgo de trastocar el orden natural o equilibrio del que formamos parte. Si se da demasiada autoridad a la Ciencia, autoridad que no es otra que la ejercida por intereses privados y explotadores, se corre el riesgo de convertirla en un indiferente tumor autodestructivo tal y como está sucediendo.


"...las ciencias exactas no tienen respuestas para todo y debemos aclarar de una vez que en un nuevo humanismo los hombres de ciencia y los humanistas tradicionales deben aprender a ser más humildes y más escépticos acerca del valor de su trabajo y prestar más atención a lo que el hombre está haciendo al otro lado de la valla. Hoy día, todos tienden a creer que su campo de acción es un poco más importante que el de los demás."

THÉO LEFÉVRE.   



   Los científicos deberían intentar realizar un pequeño esfuerzo pedagógico y tratar de hacer de su campo de trabajo una materia asequible a todo el mundo. En esta labor hemos hallado importantes avances en la ardua tarea de sintetizar, compartir y reflexionar sobre las conclusiones de importantes investigaciones que se llevan a cabo por ejemplo en el campo de la medicina celular con incontestables éxitos de la que se están beneficiando miles de personas en el mundo, fruto de la cooperación de la bioquímica, física, microbiología, inmunología, biología celular, nutrición ortomolecular y otras tantas disciplinas, supone una concepción nueva de la medicina para tratar las enfermedades que convierten al paciente en autónomo, recuperando el conocimiento sobre el funcionamiento de su propio organismo y prefigura la aparición de un nuevo sistema sanitario no tan excesivamente dependiente de una industria de inversión.

   Y por su parte, la sociedad, los no científicos deberían aceptar la responsabilidad de mostrar mayor interés por los conocimientos indispensables que sí pueden aplicar como mejora de su condición de vida, la de sus familias y las futuras generaciones. Del mismo modo que no hace falta saber solfeo para apreciar una sinfonía clásica, no hace falta ser un genial escritor para disfrutar leyendo una magnífica obra de la literarura universal. Hoy más que nunca, se han de restablecer los lazos que se han perdido y que han sido sustituidos por un cúmulo de distracciones y actitudes alienantes, recordemos que el conocimiento es poder, debemos prestar más atención e indagar más allá de los canales de masas promocionados.


De todo lo expuesto podemos sacar varias conclusiones que dejo para reflexionar al sabio lector. A modo de resumen la idea básica es que poseer lo esencial de cada campo del saber es más valioso y útil que poseer un conocimiento intenso especializado, pero aislado del resto de materias. La fragmentación del conocimiento no contribuye a una visión más clara de la realidad que pretendemos discernir. No se puede adquirir una perspectiva equilibrada bajo una formación que no ha integrado las ciencias sociales, naturales y las humanistas, por muy responsable y meticuloso que se preste al análisis, mientras haya un déficit en alguna de ellas la sabiduría será fragmentaria y sesgada. La convergencia del conocimiento o cualidad de un saber unificado facilita y proporciona una deseable y beneficiosa comprensión de esta tremenda y compleja realidad física y existencial.

 

Bibliografía.
- J.STEPHENS. Francis Bacon and the Style of Science.
- D.L.GOODSTEIN. After the Big Crunch.
- G.R.URBAN. ¿Sobreviviremos a nuestro futuro?
- E.O. WILSON. Consilience. La unidad del conocimiento.
- J. PRESAS SERRA. Vida de San Alberto Magno.
- G. HOLTON. Einstein, History, and others Passions.
- S. GAUKROGER. Descartes: an intellectual biography.
- E. GARIN. Descartes.
- C.P. SNOW. The two Cultures and the Scientific Revolution.

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